27 de junio de 1953.-
A veces hay que escribir la historia personal en este largo viaje de la vida. Hace sólo 55 años una señora María, acompañada por un jovencito José, tenía un niño en un pueblo de la Alta Extremadura. Eran las 7 de la mañana de un 27 de junio.
Era un pueblo pobre de la pobre Extremadura que con los años sigue siendo la más pobre región de esta España que se nos ha vuelto rica y en algunas regiones ricas, además separatistas.
Uno que es muy extremeño y por extremeño español, se siente hermano de los portugueses, tan lejanos en otros tiempos y ahora tan cercanos.
En ese pueblo donde uno nació al viaje de la vida se vivía plácida y con sosiego. Ahora, como es normal, con cierta aceleración y estrés, pero siempre conservando esa vida de pueblo que tanto nos gusta a los de la capital.
La vida va transcurriendo con paz, calma interior, y se va caminando por este mar que a veces es fatigoso y cansino por los avatares de la existencia, y otras se siente esa placidez de espíritu. Todo se debe porque esa constitución personal del proyecto vital se basa en tres grandes principios que rigen el caminar: Buscar el bien, la verdad y la belleza. Y sobre todo, querer a los demás como ellos te quieren a ti, al mismo tiempo que se vive sin angustia en el momento presente. Lo que decían los romanos: “Carpen Diem”
A veces hay que escribir la historia personal en este largo viaje de la vida. Hace sólo 55 años una señora María, acompañada por un jovencito José, tenía un niño en un pueblo de la Alta Extremadura. Eran las 7 de la mañana de un 27 de junio.
Era un pueblo pobre de la pobre Extremadura que con los años sigue siendo la más pobre región de esta España que se nos ha vuelto rica y en algunas regiones ricas, además separatistas.
Uno que es muy extremeño y por extremeño español, se siente hermano de los portugueses, tan lejanos en otros tiempos y ahora tan cercanos.
En ese pueblo donde uno nació al viaje de la vida se vivía plácida y con sosiego. Ahora, como es normal, con cierta aceleración y estrés, pero siempre conservando esa vida de pueblo que tanto nos gusta a los de la capital.
La vida va transcurriendo con paz, calma interior, y se va caminando por este mar que a veces es fatigoso y cansino por los avatares de la existencia, y otras se siente esa placidez de espíritu. Todo se debe porque esa constitución personal del proyecto vital se basa en tres grandes principios que rigen el caminar: Buscar el bien, la verdad y la belleza. Y sobre todo, querer a los demás como ellos te quieren a ti, al mismo tiempo que se vive sin angustia en el momento presente. Lo que decían los romanos: “Carpen Diem”
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