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martes, 21 de julio de 2009

La catedral de Coria y unos vinos


Creo que me quedé corto con un solo artículo dedicado a la ciudad de Coria. Coria es mucho más que monumentos, que gastronomía, que paisaje urbano o de naturaleza, pero todo ello lo complementa como destino turístico.

Quiero hablar de la catedral, ese hermoso edificio que los redactores del interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura escriben en 1791 que “la santa yglesia catedral y su torre son tambien revestidas de cantería y el relleno de argamasa fuertísimo”. Hoy se conserva este bello edificio en todo su esplendor, pero que necesita algunos retoques para que se pueda decir lo mismo en siglos venideros. Me asombra su magnífico retablo y su reja, que fue restaurada por mi paisano, el herrero de Brozas Juan Cayetano Polo, quien trabajó también en las dos palomillas que alumbraban antiguamente al Santísimo. En la puerta principal lo hizo el arquitecto alcantarino Pedro de Ibarra, quien trabajara también en la construcción del Conventual de San Benito de la Orden Militar de Alcántara.

Nos enseña el sagrado recinto un hombre amable y estudioso del mismo, Oscar García Ballesteros, quien nos lleva hasta los más alto del campanario a un joven intrépido, Juan Pedro Sánchez Romero, de Onda Cero, que llegamos hasta lo más alto del campanario, cuando es la una de la tarde y la campana, a escaso centímetros de nuestras orejas nos rompe el tímpano. Muriel Feiner, una periodista de una ciudad tan chiquita como Nueva York, es una mujer valiente y también subió hasta lo más alto del campanario. La vista de Coria y sus alrededores es fenomenal. He aquí otro recurso turístico más.

No puedo dejar de hablar, una vez más, del manto de la Sagrada Cena. Dice Oscar García que los estudiosos consideran que en la mesa había dos manteles, como era costumbre de los judíos y que este, al ser el más lujoso debería ser el mantel de más arriba. La leyenda que hay al lado de la sagrada reliquia dice así: “el mantel mide cuatro metros y cuarenta y dos centímetros de largo por noventa y dos centímetros de ancho. La pieza es de lino, blanco en una parte y teñido en otra. La fecha de fabricación puede situarse en el siglo primero de nuestra Era. Se obtuvieron estas conclusiones tras los minuciosos análisis a los que fue sometido el tejido en los laboratorios del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, en octubre de 1960. En tiempos pasados, el Obispo lo mostraba al pueblo de Coria, desde el balcón llamado de las Reliquias, el día 3 de mayo de cada año, Esta ceremonia no se realiza desde 1791. La urna de plata en la que se guarda es tal vez de procedencia mejicana. Fue regalada a la Catedral en el año 1678, por el obispo Fray Francisco VII Sarmiento de Luna Enríquez (1675 – 1683), con anterioridad, gobernaba la Sede de Michoacán (Méjico)”

Unos vinos casi sagrados

Y doy un salto mundano con ribetes sagrados, pues en el Santo Mantel se celebró la Sagrada Cena donde había vino, como lo hubo en las Bodas de Caná. Este viajero tuvo oportunidad de conocer en el Libano las Cuevas de Caná, donde dice que Jesucristo convirtió las aguas en un excelso vino. Por eso el viajero quiere hablar ahora de los vinos que se producen allí cerca, en Guijo de Coria, a una altura de unos 600 metros, está la bodega “Los Chozones”. Tienes dos reconocidas marcas, Carmelo, para el tinto, el nombre del abuelo, y Eusteria, blanco, el nombre de la abuela. En estos terrenos que antes se cultivaba tabaco, Severino Gutiérrez Carpintero, se ha echado “p’alante” y produce estos caldos. Un vino tinto “Carmelo”, con un toque a regaliz y excelente en boca, muy redondo, Tiene poca producción, unas escasas 60.000 botellas. El blanco, “Eusteria”, también de unos 13 grados, tiene un singular color pajizo, con toques a frutas tropicales. ¡Hágame caso, compre un par de botellas y después me comenta!.

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