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lunes, 28 de abril de 2014

Desayuno con Elena Poniatowska



 


            Hace unos días tuve un gran encuentro con las letras hispanas: Desayuné en el Casino de Madrid con Elena Poniatowska, el último Premio Cervantes, más conocida como Sancha Panza. El acto estuvo presentado en el Foro de la Comunicación,  por el director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, y en mi mesa tuve la suerte de coincidir con cinco amigas de Elena, tales como  la colombiana María Consuelo Mejía, que lleva muchos años viviendo en la capital de México, o la amiga de la infancia Celia Chaves García-Terrés, verdaderas apasionadas del trabajo que ha desarrollado Elena. Y a mi derecha, otra gran mujer, una extremeña de  Valencia de Alcántara, Fátima Picardo Pámpano, que ahora se dedica a las grandes inversiones inmobiliarias.

            Me dijo María Consuelo que Elena debe estar agotadísima, ya que no ha parado de estar en los medios, en actos de homenaje, en cenas, en la Universidad para recibir de manos del Rey el Premio Cervantes. Sin embargo, Poniatowska, con un traje típicamente mexicano, un antonino, parecido a un huipil maya, pero de un solo color, se sintió a gusto con los tertulianos. Alabó el rayo de sol que supone el jugo de naranja y la belleza del Salón Real del Casino de Madrid.

            Durante su intervención se vio a la verdadera Elena, una mujer comprometida con las mujeres y con los más débiles. Elogió lo que vienen haciendo algunas reconocidas féminas latinas, como la chilena Michelle Bachelet, que ha hecho tan buen trabajo, que ha sido relegida como presidenta, o de la argentina Cristina de Kichner, a la que le queda ya muy poquito de presidenta.

            Alguien le preguntó qué le parecía Fidel Castro. La escritora mexicana dijo que en 1959 acompañó al presidente Cárdenas para acudir en 1959 al encuentro con el nuevo líder cubano. Elena recuerda como gran emoción cómo fueron recibidos por los revolucionarios chocando sus machetes como si fueran aplausos; era un momento de alegría y esperanza; hoy Castro es un viejecito que debería haber dejado el poder mucho antes a otro cubano q ue no fuera su hermano….

            La obra de Elena Poniatowska está llena de pasión, dijo su presentador, José Manuel Blecua, el director de la Real Academia Española, con el que tuve el gusto de hablar para saber cómo iba ese homenaje que le propuse a Antonio de Nebrija en la villa de Las Brozas y me contestó que va bien, pero que lo trataría después de que se aprueben los presupuestos de la RAE.

            Elena había ducho que se interesaba por su defensa de las mujeres y que el narcotráfico ha hecho de México un país mucho peor que en los malos tiempos de Colombia. Esto es tan verdad como que un amigo mío que es de Chihuahua me desaconseja que visite ahora aquel estadio mexicano por el mal ambiente de peligrosidad que hay. Conocí Chihuahu0a y las Barrancas del Cobre, el más impresionante cañón del mundo. Muchísimo más importante, profundo y desconocido que el Gran Cañón del Colorado, pero esa… es otra historia.

Por último, Poniatowska dijo que estaba interesada en escribir una novela sobre la duquesa roja de Medina Sidonia, Luisa Isabel Álvarez de Toledo.

La conversación con Elena concluyó mientras me dedicaba uno de sus primeros libros, editado ahora en 2014 por Alianza Editorial, “Hasta no verte, Jesús mío”, publicada en 1969 y que le dio fama internacional. Elena me dibujó unos pajaritos, como hiciera Rafael Alberti al dedicarme en Mallorca el libro “Sobre los ángeles”, que lo tengo con dibujos del gran poeta de la Generación del 27. Unas joyas para mi colección personal.

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