10 de junio de 2008.
Un largo viaje desde Tánger a Casablanca supuso un alto en la bellísima ciudad de Arcila (Asilah, en palabras marroquíes) un lugar donde se quedan a vivir artistas, escritores y políticos. Por poner dos ejemplos de españoles, Antonio gala y Felipe González.
Recorrer su intricadas callejuelas, llena de un azulón muy colorido y donde residen unas 2.000 personas en la vieja medina, muchas de ellas hablan español y los hombres sirvieron en las tropas regulares españolas, cuando esta zona de Marruecos formaba parte del protectorado. El resto de la ciudad cuenta con unos 30.000 habitantes.
Pasear como un viajero por las estrechas calles, al mismo borde del mar, con una magnifica playa, hace de esta pequeña ciudad un lugar encantador con el deseo de pasar unas jornadas de descanso. Para animar la ciudad, las autoridades culturales organizan cada mes de agosto el Encuentro Internacional de Pintores. Si uno es artista puede llegar hasta aquí donde se le proporciona alojamiento y manutención gratuitos siempre que se dedique a realizar una obra en Asilah.
La segunda parte de la jornada fue un tanto singular, ya que pasados unos kilómetros de Asilah, hubo que comer en el campo, como colegiales, con la comida que había en una cajita de cartón, un simple picnic, con unas piezas de frutas sin madurar que fueron regaladas, por parte del grupo, al joven jardinero que cuidaba de la zona verde del área de servicio donde paro el autobús.
La jornada concluyó en el hotel Golden Tulip en Casablanca, con un paseo por la vieja medina, pero esto toca relatarlo en la pequeña crónica de la ciudad financiera de Marruecos.
Un largo viaje desde Tánger a Casablanca supuso un alto en la bellísima ciudad de Arcila (Asilah, en palabras marroquíes) un lugar donde se quedan a vivir artistas, escritores y políticos. Por poner dos ejemplos de españoles, Antonio gala y Felipe González.
Recorrer su intricadas callejuelas, llena de un azulón muy colorido y donde residen unas 2.000 personas en la vieja medina, muchas de ellas hablan español y los hombres sirvieron en las tropas regulares españolas, cuando esta zona de Marruecos formaba parte del protectorado. El resto de la ciudad cuenta con unos 30.000 habitantes.
Pasear como un viajero por las estrechas calles, al mismo borde del mar, con una magnifica playa, hace de esta pequeña ciudad un lugar encantador con el deseo de pasar unas jornadas de descanso. Para animar la ciudad, las autoridades culturales organizan cada mes de agosto el Encuentro Internacional de Pintores. Si uno es artista puede llegar hasta aquí donde se le proporciona alojamiento y manutención gratuitos siempre que se dedique a realizar una obra en Asilah.
La segunda parte de la jornada fue un tanto singular, ya que pasados unos kilómetros de Asilah, hubo que comer en el campo, como colegiales, con la comida que había en una cajita de cartón, un simple picnic, con unas piezas de frutas sin madurar que fueron regaladas, por parte del grupo, al joven jardinero que cuidaba de la zona verde del área de servicio donde paro el autobús.
La jornada concluyó en el hotel Golden Tulip en Casablanca, con un paseo por la vieja medina, pero esto toca relatarlo en la pequeña crónica de la ciudad financiera de Marruecos.
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