El viajero ha recorrido, en excelente autopista, en autobús desde Budapest, por
la ruta Panonia, hasta la ciudad de Pécs, al sur de Hungría. Durante el
trayecto, embellecido por el verde paisaje rural nos alegra la vista por los
variados verdes de las cosechas de maíz, girasol y los amarillos de la cebada y
del trigo.
La jornada comenzó en el Gran Hotel Margitsziget,
superior, situado en la bellísima isla Margarita, en el centro del río Danubio.
www.danubiushotels.com, una joya para el placer y el descanso. En el
recorrido se hicieron dos paradas antes de llegar a Pécs, ciudad Patrimonio de
la Humanidad y Ciudad Europea de la Cultura en 2010, una para visitar Kecskemét
y otra cerca ya de Pécs, para conocer el museo del prestigioso carnaval de
Mohács, declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
La parada en Kecskemét, capital de unos 140.000
habitantes, se hace junto a un bello edificio, que resulta ser el teatro
Katona, junto a la cruz barroca de la peste, como tantas otras levantadas en
Europa central, con santos tan diversos como un San Sebastián lleno de flechas
o un San Antonio que carga con un Niño Jesús más grande que él. La localidad
cuenta con un bello Ayuntamiento levantado en 1896, para conmemorar el milenio
de la llegada de las tribus húngaras al país y en un paseo llegamos a la
monumental sinagoga, que era el templo de unos 800.000 judíos que había en el
país y que fueron masacrados, algunos de ellos al borde mismo del Danubio en
Budapest, siendo despojados de sus “ricos” presentes, como eran sus zapatos antes
de ser fusilados a la orilla. (Hoy un monumento con varios zapatos conmemora
este desgraciadísimo incidente de los nazis en la capital). Pues bien de los 800.000
judíos que había en Hungría ahora solo quedan unos 100.000 y ésta sinagoga se
convierte en el Museo de la Técnica. Al lado se halla el precioso palacio
Cifrapalota, que posee una excelente fachada modernista como si fuera un bordado
hecho en la pared del edificio, una filigrana muy sutil y delicada.
Antes de pasar por el pueblo de Mohács, de unos
20.000 almas, buena parte de ellas dedicadas a la agricultura y a la ganadería,
pasamos por el recién restaurado molino de San Nicolás, donde Norberto un guapo
hombre que enamoró a todas las mujeres del grupo, en pantalón corto y con
mandil, es el molinero que recibe trigo de todas las partes de la Tierra donde
residen húngaros, lo muele al estilo antiguo y con ese pan se ayuda a los más
necesitados el día de San Nicolás. El
molino lo visitan unas 5.000 personas entre
escolares y personas jubiladas. Un detalle: en las cercanías vemos en la húmeda
tierra unos enormes caracoles que se dejan coger para ser fotografiados.
Y pasamos, en unos 8 kilómetros, a la población,
donde Sofía, la guía turística nos lleva hasta el museo para explicarnos de manera
sucinta el carnaval del pueblo, donde hombres vestidos y disfrazados con pieles
de oveja, se convierten en “busos”, tocando enormes matracas, y hacen un paseo
con mujeres vestidas tradicionalmente
queman en una hoguera muebles y otros objetos rememorando la quema de
los malos humores y malos momentos vividos el año anterior. Es tan interesante
este carnaval que procede del siglo XVIII, que la UNESCO le ha declarado Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad en 2009, aunque a mí me recuerdan las Carantoñas de
Acehúche (Cáceres), pues como dice el propio folleto turístico que nos entregan
como documentación, los “busos” son algo que además se encuentran en otras
naciones. www.busojaras.hu
Y de aquí a Pécs, pero eso ya es… otra jornada que
aún no se ha vivido.
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