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viernes, 10 de mayo de 2019

En la Fundación Manuel Alcántara




            Este hombre inquieto tenía ganas de conocer la Fundación “Manuel Alcántara”, dedicada a ese periodista nonagenario que acaba de fallecer hace unas semanas y que era muy querido en su ciudad de Málaga. Me enseñó la casa una trabajadora de la fundación: Natalia; se trata de una casa típica malagueña, situada en el Paseo Marítimo, desde cuyas ventanas se ve el mar y el maestro pasaba varias tardes en ese saloncito desde el que se aprecia el azul Mediterráneo.





            A Manuel Alcántara me lo presentó, cuando estudiaba Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información, en la primera promoción de periodistas universitarios de España, mi profesor y ahora amigo, Enrique de Aguinaga, también cronista oficial de la Villa de Madrid. Fue un encuentro muy agradable, un servidor, sentado en primera fila y escuchando al maestro Alcántara en la clase práctica de periodismo Me llamó la atención cuando lo presentó como excelente poeta y buen crítico de boxeo. Fue el que puso el sobrenombre “El Puma de Baracoa” a José Legrá, como era conocido este cubano nacionalizado español.



            Visité la Fundación, situada en una casa antigua, ya modernizada y en cuyo interior hay numerosas fotografías del periodista con varias personalidades de su época y otras modernas. Allí encuentro una foto con amigos y conocidos, Una de las últimas, con Agustín Rivera, un periodista malagueño al que conocí en Ronda; o con Camilo José Cela, al que le hice un par de entrevista durante mi etapa de doce años en Mallorca, cuando me dijo que “no me gusta ser mujer porque me da vergüenza que se me noten la tetas”, o al cineasta José Luis Garci, con el que cené una noche en mis dos años que dirigí el tema de comunicación de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid en la ciudad malagueña de Ronda, y al que dedica un poema  en un libro conjunto que Natalia me regaló “Voces/Tintas”, editado por la Fundación, y en el que también aparece un poema del divino Jorge Luis Borges, “De la diversa Andalucía”, y con el que pasé una mañana completa, desde su desayuno en el hotel Victoria, de Mallorca y cuatro horas más en la Cartuja de Valldemosa, cuando ya andaba cieguito el hombre.



            Además, la Casa de los Chumbos, que así se llama el lugar, dispone de un par de salones, uno como si fuera una sala de juntas, donde hay una amplia biblioteca de libros de periodismo, de poemas y de carácter general, además de una colección de búhos, de diversas materias y formas, a los que era muy aficionado el maestro. Otra colección de cuadros a base de artículos de prensa que le dedicaban como formador de formadores… de la prensa española.



            La otra salita era donde tomaba café y allí mismo, la medalla de Hijo Predilecto de Andalucía y su máquina de escribir. Volveré, con más detenimiento, a captar y a asir el ambiente de este entrañable lugar del periodismo malagueño, donde Manuel Alcántara disfrutaba de su Málaga querida.



            Fue José Luis Garci una de las últimas personas en verle con vida. El maestro le dijo: “José Luis ya falta poco, pero aún tengo fuerzas para seguir escribiendo mi artículo diario”. Al día siguiente de su fallecimiento, la columna de “Manuel Alcántara, en el diario Sur de Málaga estaba vacía; sólo su título y su foto, el resto en blanco. ¡Excelente homenaje del periódico!





TIEMPO

A José Luis Garci



Yo no sé qué voy a hacer

cuando se me vaya el tiempo

y no pueda irme con él.



Tengo los días contados

y él ha perdido la cuenta

del futuro y del pasado.



El tiempo siempre es presente

y pasa mientras se queda,

Por eso nunca se entiende.



Jamás es pronto o después.

Por más que pasen los años

no pasa el tiempo por él.



Ni lo pierdas ni lo ganes,

el tiempo sabe que tiene

todo el tiempo por delante.



No sé qué va a ser de mí

el día que yo me vaya

y él no se quiera venir.

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