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viernes, 18 de septiembre de 2015

Mis recuerdos de San Agustín (Estados Unidos)





            Estos días recorren oficialmente los Reyes de España los Estados Unidos. Han concluido en San Agustín (La Florida), la ciudad más antigua de ese país, que fue fundada en 1565 por Pedro Menéndez de Avilés y le puso el nombre del santo patrón de su ciudad. Por cierto el apellido Rivero procede de Asturias; concretamente en Avilés está la céntrica calle del Rivero, donde se halla la ermita del Santo Cristo del Rivero.

            Pues bien, tras esta visita de los Reyes, me viene  a la memoria que el 12 de octubre de 1992 amanecí en ella y tuve un desayuno con el entonces alcalde de la ciudad. Me acompañaban un matrimonio  español  y un griego. El alcalde me dio la enhorabuena, en un perfecto español,  por ser el Año de España, el año del V Centenario del Descubrimiento de América, con la Exposición Universal de Sevilla;  el año de las Olimpiadas de Barcelona y el año de Madrid como Capital Europea de la Cultura.

            Yo me encontraba en los Estados Unidos como asistente al congreso mundial de los periodistas de turismo, que se celebró en Nueva York y en la ciudad de Atlantic City, para proseguir después en un postcongreso por Florida, por el parque de Disney, Daytona Beach y San Agustín.

            Recuerdo que en Nueva York me alojé en un hotel de Broadway, la zona de los teatros, donde por aquella fechas ponían “Los Miserables”; intenté acudir a Radio City a un concierto de Frank Sinatra y aunque la entrada costaba, al cambio 6.000 pesetas (36 euros) no pude ir porque era miércoles y ese día “La Voz” descansaba. En su lugar lo cambié por ver la exposición de José Ribera, el “Españoleto”, a pesar de que la muestra acababa de llegar desde Madrid donde había estado en  El Prado durante varios meses.

            El cuarteto de periodistas nos trasladamos al Parque Disney donde tuve la oportunidad de ver los últimos adelantos científicos y por primera vez oí hablar de un teléfono portátil; también pasamos por Daytona Beach, donde está el famoso circuito de coches de carrera, pero lo que más me interesaba era la ciudad más antigua de los Estados Unidos de  América, San Agustín. Hubo un periodista amigo libanés que ahora vive en Canadá, que me pidió cambiarme el post congreso, pues él iba a una playa, sin embargo yo no tenía ningún interés. Yo vivía en Mallorca y estaba harto de buenas playas.

            Llegamos a la ciudad de San Agustín y nos dejaron solos por la ciudad. Teníamos un programa que había que cumplir y lo primero que estaba era acudir al castillo de San Marcos, un castillo donde estábamos citados con un señor al que no conocía. Al primero que vi, un guardia en la puerta le pregunté y, curiosamente, era él. Nos acompañó, como cicerone, por todo el recinto. Se trata de un castillo a la orilla del río construido a base de piedra de coquina y que en la guía que compré estaba citado un arquitecto que llevaba por nombre Juan del Rivero y se contaba algo de Brozas. No sé, en los muchos traslados que he tenido en mi vida personal, dónde está ese libro, con el fin de poder contar bien toda la historia. Un amigo mío extremeño fue  no hace mucho hasta Miami, le encargué que me comprara una guía, pero en este texto ya no aparecía lo que yo leí en un librito anterior.

            Recorrimos las calles, con mucho sabor a una ciudad española; banderas de nuestro país y un gran reconocimiento a todo lo que es y supone España. Esta tierra fue conquistada por Juan Ponce de León, el conquistador de Puerto Rico, el que fundó la primera ciudad en esa isla, por orden del gobernador brocense Nicolás de Ovando, a la que llamó igual que la ciudad romana de Cáparra y que en Puerto Rico le quitaron el acento y la llaman “Capárra”. Pues bien Ponce de León fue en 1513 a explorar y conquistar el territorio más al norte de la Hispaniola (República Dominicana y Haití) y allí llegó a una tierra muy florida, o bien llegó por la Pascua Florida. Sea como fuere aquel territorio lo llaman Florida y allí “descubrió “la Fuente de la Eterna Juventud.”  Yo digo siempre lo mismo: Bebí de esa agua y -no se lo aconsejo- ya ven cómo me quedé….sigo más viejo que en 1992.

jueves, 17 de septiembre de 2015

La Tercera Sinfonía de Mahler , por Zubin Mehta


 
 
 
           Aún vengo impresionado por la hora y diez minutos que ha durado la interpretación de la Tercera Sinfonía de Mahler en el Auditorio Nacional, bajo la batuta de su titular el indio Zubin Mehta, concierto de la Serie Barbieri de Ibermúsica, al que he sido invitado al patio de butacas por un “módico” precio de 140 euros.

            Espectacular y extraordinario concierto, con el público puesto en pie y haciendo salir al maestro hasta cinco veces para agradecerle el buen rato para el espíritu que hemos pasado: No fue “mahler”,  sino “excelenter”.

            El espectador ha podido ver el diálogo de un agnóstico ante la creación; un  diálogo del hombre con la naturaleza los pájaros, al dios pan, donde todos cabemos. Ha sido extraordinario cómo el maestro Mehta era capaz de conjugar las cuerdas, el viento, la percusión. Ha sido toda una maravilla.

            La Orquesta del Maggio Musicale Fiotrentino estaba al completo, con todos sus maestros, Durante la interpretación de la Sinfonía destacaron por su labor los percursionistas y el trompetista, sacándolos a saludar el director, como lo hizo el Orfeón Donostierra y los Pequeños Cantores de la Jorcam (Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid), destacando  la buena interpretación de la solista Lioba Braun.

            La sala estaba al completo, pues para algunos era el mejor concierto de los doce programados. Por allí vi al antiguo ministro de Economía, Carlos Solchaga, y el  que fuera secretario de Estado de Cultura con Aznar, el poeta y académico de la Lengua, Luis Alberto de Cuenca. En resumen, un concierto digno de recordar.