Hoy,
20 de noviembre de 2025, se cumplen 50 años de la muerte de Franco. Yo era un joven
estudiante de Periodismo y era colegial mayor en el colegio José Miguel Guitarte,
hoy reconvertido en un centro oficial de música, muy cercano a la Plaza de España
de Madrid y del Palacio Real, donde se puso su monumento mortuorio y a donde
acudieron miles y miles de personas para darle su último adiós.
Durante
mi vida solo vi a Franco dos veces. La primera en mi pueblo de Las Brozas cuando
fue a inaugurar el pantano de Alcántara. Era el año 1969 y fue, por entonces el
mayor embalse de toda España, un verdadero proyecto de ingeniería hidráulica. De
hecho, la política hidráulica del régimen franquista fue uno de los logros más
importantes de esta época española, pues España, que sufre grandes sequías, abastecía
a las poblaciones y regadíos como los del Plan Badajoz, y también producían electricidad.
De hecho, en las obras del pantano de Alcántara trabajaron muchos broceños y de
la región, así como grandes especialistas llegados de fuera de Extremadura. La
capacidad del embalse es de 3.162 millones de metros cúbicos. Para que se hagan
una idea, unos 500 litros de agua por cada habitante del mundo. Durante estos
años se creó riqueza en la comarca denominada hoy del Tajo -Salor. Donde se
halla el Parque Natural Tajo Internacional, de unas 25.000 hectáreas en España
y otras tantas en la región vecina de Portugal, que se encuentra catalogado,
desde 2016, como Reserva de la Biosfera Transfronteriza por la UNESCO.
La segunda vez que vi al entonces Caudillo fue en la Gran Vía de Madrid, cuando desde el aeropuerto de Barajas se dirigía al palacio de la Moncloa, por entonces residencia oficial de los visitantes extranjeros, en coche descubierto, en compañía de Gerald Ford, el 38 presidente de los Estados Unidos, quien hacía una visita oficial a nuestro país. Era el 3 de mayo de 1975. Ford fue recibido por Franco en el aeropuerto al que acompañaba el secretario de Estado el famoso Henry Kissinger. Ford fue presidente, tras la dimisión de Richard Nixon desde el 9 de agosto de 1974 hasta el 20 de enero de 1977.
Cuando
Franco estaba enfermo, con unos compañeros de estudios de la Facultad de Ciencias
de la Información y como estudiantes de periodismo, nos acercamos a las cercanías
del Palacio de El Pardo, sede oficial de la residencia del entonces Jefe del Estado,
para curiosear y aprender el oficio. Mucha gente y pocos resultados. He estado
en otra ocasión en este palacio de manera oficial, al ser invitado a un acto que
presidía el Rey Juan Carlos. A la salida un famoso periodista me pidió que le trajera
a Madrid, porque no tenía coche, cosa que hice con sumo gusto.
Recientemente
me enteré, cuando un servidor era presidente de Skal España, que la última audiencia oficial de Francisco
Franco fue, curiosamente a Skal de España, la asociación de los altos profesionales
del sector turístico, del que posee una singular fotografía y que aún mantiene en
su despacho un ilustre skalega.
Tras
la muerte de Franco, la sociedad española entró en un momento de gran incertidumbre por el futuro de la vida sociopolítica. Uno que no es nada político, sino de la
sociedad civil, del pueblo, se alegró cuando vio cómo se iba desarrollando la
vida política tras el nombramiento de Adolfo Suárez, un hombre del Régimen, con
el que tuve una entrevista en Radio 80 en Palma de Mallorca y la actividad del
nuevo Jefe del Estado el Rey Juan Carlos, del que cubría su información durante
su estancia en la isla. Llegó la Constitución de 1978 y la nación camina, ya a
día de hoy, en plena democracia. Mas amo mi etapa en democracia que en la dictadura.
Quiero un país libre y democrático, pues aquí cabemos todos, al margen de su
ideología. Más claro, agua.





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