El hinojaliejo don Feliciano Rocha Pizarro era, a sus 36
años, párroco en San Vicente de Alcántara, provincia de Badajoz, lindante con
la de Cáceres y por entonces, hasta 1958, perteneciente a la diócesis de Coria. Posteriormente sería párroco en la capital cacereña de Santiago
el Mayor y San Mateo.
El Periódico “Noticiero extremeño” del 12 de abril de
1906 ofrece en su primera página esta noticia de nuestro biografiado:
“Nos comunican de
San Vicente de Alcántara que ha revestido extraordinaria solemnidad el acto de
celebrar la primera comunión los niños de dicho pueblo.
Previamente preparados por el celoso
cura párroco D. Feliciano Rocha Pizarro, acercáronse unos cien niños de ambos
sexos a recibir la Sagrada Comunión, presenciando el hermoso acto infinidad de
fieles”.
En el libro “Historia de la Prensa en Badajoz”, del que
es autor el sacerdote y periodista, cronista oficial de Retamal de Llerena (Badajoz), Diego Blázquez de Yáñez, se cuenta que “Noticiero
Extremeño” vio su primer número la luz el viernes 25 de noviembre de 1904 y
estaba editado en su propia imprenta de la calle Zurbarán, número 2, de
Badajoz, Era, por aquel entonces, el periódico de mayor tirada de Extremadura.
El ideario de este periódico regional se basaba en “dos ideas fundamentales: Informar y defender todos los intereses de la
región”.
Era un periódico diario y muy grande, que en la profesión
se llama “sabanoides”. Tenía cuatro páginas de cinco columnas cada una. La
noticia del cura hinojaliego era la última de la primera página. El último
ejemplar se editó el 29 de septiembre de 1910.
San Vicente de Alcántara podría tener por aquella fecha
unos 9.000 habitantes; hoy está en 5.400, de ahí la gran cantidad de niños que
en abril de 1906 hicieran la Comunión.
De este libro, de 884 páginas, editado en 2010 por la
editorial extremeña Beturia, tengo una anécdota personal, al aparecer en él,
junto a periodistas tan importantes como el pensador Mario Rosso de Luna
(Logrosán, 1872); Antonio Reyes Huertas (Campanario 1887), mi maestro Francisco
Rodríguez Arias (Cheles, 1916), Teresiano Rodríguez Núñez (Robledillo de Gata,
1937) o Manuel Sánchez Asensio (Cáceres, 1860). Pues bien, un servidor, este
que escribe, Juan Francisco Rivero Domínguez es el más viejo de todos (Hinojal,
1853). En un homenaje que se le dio al autor en el Hogar Extremeño de Madrid,
le dije públicamente que estaba muy enfadado con él porque un servidor era el
más viejo de todos, pues me achacaba 100 años más; es decir, que nací en 1853 y
no en 1953… El aplauso y las risas fueron unánimes.
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