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viernes, 1 de mayo de 2020

Rocha Pizarro, en San Vicente de Alcántara


            El hinojaliejo don Feliciano Rocha Pizarro era, a sus 36 años, párroco en San Vicente de Alcántara, provincia de Badajoz, lindante con la de Cáceres y por entonces, hasta 1958, perteneciente a la diócesis de Coria. Posteriormente sería párroco en la capital cacereña de Santiago el Mayor y San Mateo.






            El Periódico “Noticiero extremeño” del 12 de abril de 1906 ofrece en su primera página esta noticia de nuestro biografiado:

            “Nos comunican de San Vicente de Alcántara que ha revestido extraordinaria solemnidad el acto de celebrar la primera comunión los niños de dicho pueblo.

            Previamente preparados por el celoso cura párroco D. Feliciano Rocha Pizarro, acercáronse unos cien niños de ambos sexos a recibir la Sagrada Comunión, presenciando el hermoso acto infinidad de fieles”. 


            En el libro “Historia de la Prensa en Badajoz”, del que es autor el sacerdote y periodista, cronista oficial de Retamal de Llerena (Badajoz),  Diego Blázquez de Yáñez, se cuenta que “Noticiero Extremeño” vio su primer número la luz el viernes 25 de noviembre de 1904 y estaba editado en su propia imprenta de la calle Zurbarán, número 2, de Badajoz, Era, por aquel entonces, el periódico de mayor tirada de Extremadura. El ideario de este periódico regional se basaba en “dos ideas fundamentales: Informar y defender todos los intereses de la región”.


            Era un periódico diario y muy grande, que en la profesión se llama “sabanoides”. Tenía cuatro páginas de cinco columnas cada una. La noticia del cura hinojaliego era la última de la primera página. El último ejemplar se editó el 29 de septiembre de 1910. 


            San Vicente de Alcántara podría tener por aquella fecha unos 9.000 habitantes; hoy está en 5.400, de ahí la gran cantidad de niños que en abril de 1906 hicieran la Comunión.





            De este libro, de 884 páginas, editado en 2010 por la editorial extremeña Beturia, tengo una anécdota personal, al aparecer en él, junto a periodistas tan importantes como el pensador Mario Rosso de Luna (Logrosán, 1872); Antonio Reyes Huertas (Campanario 1887), mi maestro Francisco Rodríguez Arias (Cheles, 1916), Teresiano Rodríguez Núñez (Robledillo de Gata, 1937) o Manuel Sánchez Asensio (Cáceres, 1860). Pues bien, un servidor, este que escribe, Juan Francisco Rivero Domínguez es el más viejo de todos (Hinojal, 1853). En un homenaje que se le dio al autor en el Hogar Extremeño de Madrid, le dije públicamente que estaba muy enfadado con él porque un servidor era el más viejo de todos, pues me achacaba 100 años más; es decir, que nací en 1853 y no en 1953… El aplauso y las risas fueron unánimes.

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