Mientras espero que salga el tren hacia Paris, en la estación de Trouville, me atrevo a escribir esta pequeña crónica de viaje. Deauville es una preciosa ciudad en Normandía que fue fundada hacia finales del siglo XIX por el casi hermano de Napoleón III. Este fue varias veces a la ciudad y la puso de modas. A mí me recuerda San Sebastián de los años 20 cuando el rey Alfonso XIII llevó allí a la corte, con buena parte de los cortesanos que compraban las casa mas grandiosas o se las hacían construir.
El urbanismo de esta nueva ciudad es muy interesante. Sus casitas parecen de3 cuento de hadas. Enfrente del famoso casino hay numerosas casitas de esta que describo, con madera vista en sus muros y techos puntiagudos; ya he dicho, como la casita de chocolate de los cuentos. Pues bien algunas de estas casitas han sido adquiridas por marcas famosas: Vuitton, Hermes, Etiqueta Negra, Polo, etc. que venden a los turistas que pasan sus vacaciones en el lugar.
Es muy interesante el hotel Normandía, un edificio construido en 1912, que a mí me recuerda a una suma de los hoteles Ritz y Palace de Madrid. Los visito con mi amigo Lee Gluckman, presidente de CIFFT, el Comité Internacional de Festivales de Filmes Turísticos, cuya sede está en Viena, aunque Lee vive en los Ángeles. Se queda enamorado de la gran colección de fotografía que muestra el hotel de artistas estadounidenses, no en balde en esta ciudad se celebra anualmente el Festival de Cine Americano y yo me asombro que en la gran colección se halle la fotografía del “actor americano” Antonio Banderas.
En el Paseo Marítimo, que tiene un kilómetro de longitud, están los nombres de cientos de actores y actrices superconocidos, tanto clásicos como actuales. Es como andar por el paseo de las estrellas en Hollywood, pero en la dulce Francia.
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