Comienzo a escribir este artículo a la media noche, en punto, del 27 de enero de 2025, cuando se cumplen los 80 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz -Bierkenau, en Polonia, en el que murieron gaseados más de un millón de personas, principalmente judíos y gitanos, por los nazis.
Su visita hace años, en uno de los viajes que hice a Polonia, fue un gran y profundo impacto personal. Quise quedarme a solas en la cámara de gas, donde entraban unas 2.000 personas desnudas cuando los nazis les decían que se tenían que desnudar porque se iban a duchar y en pocos minutos morían asfixiadas. Una locura cruel que quedará en los peores momentos de la historia de la humanidad y en mi caso concreto un impacto emocional grandísimo a pesar de los años que han pasado desde que lo hice. Quise hacerlo y no me arrepiento.
Tras el silencio y lanzar alguna fotografía que ni sé por dónde estará, rezo en mi interior ajetreado y tembloroso por la tensión del momento, por aquellas personas que allí fueron sacrificados por no se sabe qué estúpida y loca ideología. Y que ni me vengan ahora algunos diciendo que el Holocausto no sucedió.
Y después de un buen rato en silencio, me trasladé a los contiguos hornos crematorios, donde se quemaban lentamente los cuerpos de los judíos gaseados. Como eran tantos se amontonaban los cuerpos y se quemaban como a los cochinos en las matanzas extremeñas. Antes se les rapaba el pelo, se les quitaban los dientes de oro para enriquecer aún más a ese régimen dictatorial nazi.
Antes había pasado por la celda del padre Kolbe, san Maximiliano Kolbe, quien ofreció su vida a los nazis por la de un padre de familia. Su noble y valiente gesto le valió la reconocida santidad.
Para más información picar este enlace: El Papa visita la celda de San Maximiliano Kolbe en Auschwitz - InfoVaticana
He tenido la experiencia de conocer el gueto de Varsovia, comiendo hace años en un restaurante judío, y recorrer en la capital polaca los lugares donde se rodó la película “El pianista”, que he vuelto a ver recientemente, ya que la tengo guardada en mi ordenador, enviada por un amigo.
Sin duda, hoy 27 de enero de 2025, se celebra una histórica jornada, cuando se conmemora la liberación de los prisioneros judíos, los más débiles, que estaban en el campo de concentración el más famoso de la historia, por las tropas rusas. Curiosamente, hoy no estará en ella el actual líder ruso, Vladimir Putin, porque sus tropas están arrasando la libertad de los ciudadanos de Ucrania, país que tuve el gusto de conocer y visitar la península de Crimea, hoy en poder de los rusos. Muy al contrario de un hombre querido en Occidente, como era Mijail Gorbachov, al que saludé un día en dos ocasiones en Madrid y estuve presente en el acto de la entrega del Premio Carlos V en el Monasterio de Yuste, en mi tierra extremeña, y del que tengo un libro dedicado.
Por último, en la mañana de ayer domingo escuchaba en directo, en la COPE, una entrevista que le hacía Cristina López Schlichting a Patricia Weisz Friedman, la hija de una superviviente de Auschwitz, Violeta Friedman, que con tan solo 14 años se salvó de morir allí, donde habían muerto 1.100.000.
Violeta creó en España, donde vivió varios años hasta su muerte en Madrid en el año 2000, una fundación que luchaba contra los que decían que el holocausto no había existido.
Así se hace la historia.
Buscando en Internet me encuentro este enlace que cuenta toda la historia en español:
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1 comentario:
Muchísimas gracias Francisco
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