Tarde del 17 de julio de 2008
Ayer por la tarde visité a Luis Molano, que trabaja en la Oficina de Turismo de Alemania en España. Es un hinojaliego al que conocí en una cena Berlín y que tras dos horas de estar juntos supimos cuál era nuestra procedencia. Es el presidente de honor del Glorioso Gourmet, mientras que un servidor es socio de honor del Glorioso Mester de la Picardía Viajera. Ahora vamos a hacerle caballero de Yuste, allá por el próximo otoño. http://www.gloriosomester.com/
Ayer por la tarde visité a Luis Molano, que trabaja en la Oficina de Turismo de Alemania en España. Es un hinojaliego al que conocí en una cena Berlín y que tras dos horas de estar juntos supimos cuál era nuestra procedencia. Es el presidente de honor del Glorioso Gourmet, mientras que un servidor es socio de honor del Glorioso Mester de la Picardía Viajera. Ahora vamos a hacerle caballero de Yuste, allá por el próximo otoño. http://www.gloriosomester.com/
Al pasar por su oficina vi en una pared el mapa de Alemania y le comenté que este es uno de los países que más veces he visitado a lo largo de mi ya dilatada vida. http://www.alemania-turismo.com/
La primera vez fui invitado por la compañía Lufthansa desde Mallorca a Munich para conocer esta bellísima ciudad, donde me llamó poderosamente la atención el famoso reloj carillón, además de los interesantes monumentos. Es una ciudad alegre y divertida especialmente en octubre, durante la fiesta de la cerveza. Recuerdo que en uno de sus más populares mesones nos querían poner un litro de cerveza para cada uno y amablemente le dijimos que uno para cada dos personas.
La segunda vez que estuve en Alemania fueron sólo unas horas. Viajé también desde Mallorca hasta Dusseldorf, pues era jefe de prensa de la compañía aérea Hispania y me autoinvité a comer un sábado a esta ciudad. Pasé un día muy agradable pateándola desde la mañana hasta el atardecer en que regresé a Mallorca.
En la tercera ocasión tuve la oportunidad de conocer Fráncfort del Meno (Frankfurt, dirían algunos desconocedores del nombre español de la ciudad). Recuerdo su plaza antigua restaurada tras los ataques de la aviación aliada en la segunda guerra mundial. Estuve un domingo por la tarde solo y me pareció triste y solitaria, especialmente en el centro, sede de la banca alemana. Más alegre fueron los pueblos de alrededor como Bad Homburg y el balneario de Baden Baden.
Invitado por el mayor operador turístico del mundo, TUI, me acerqué con un grupo a Hannover y a Sttugart. En la primera visitamos “la fábrica”, la sede central de TUI, conociendo a su presidente, y en Sttugart estuve por primera vez en un planetario, gracias a un peruano que estudiaba en Alemania pude tener un traductor “oficial” del alemán al español. Una persona que venía desde Francfort me recogió en su coche y nos trasladamos a Munich, donde coincidí con la semana de la moda.
En otra oportunidad hice un viaje de prensa, invitado ya por la Oficina de Turismo de Alemania, y conocí tres ciudades hanseáticas: Bremen, Hamburgo y Lubeck, que está considerada patrimonio de la humanidad. De la primera recuerdo la estatua de los cuatro animales músicos, un asno, un perro, un gato y un gallo, situada en la plaza del Ayuntamiento y en sus bajos comimos en una típica taberna alemana; de Hamburgo recuerdo algunos edificios que se asientan sobre miles de columnas madera que se clavan en las aguas. Son viviendas como enormes palafitos. Un viaje en barco por las cercanías el puerto alegró la jornada. Por último la bellísima ciudad de Lübeck, por el encanto y su historia es un patrimonio de la humanidad.
La última vez que visité Alemania fue para acudir a la más importante feria de turismo del mundo, la ITB. De allí vine enamorado de una guapísima alemana, que tiene sólo tres defectos: que está tuerta, que es muy mayor para mí y sobre todo que es de escayola. Se trata del busto de la faraona Nefertiti, expuesta en uno de los museos de la isla, también considerados como patrimonio de la humanidad.
Sin duda, he de volver a Alemania, un país encantador con el que nos unen tantas y tantas cosas. ¡Una visita bien merece la pena!
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