13 de febrero de 2009
Ayer por la tarde tuve el deseo de visitar ARCO, esa importante feria de arte contemporáneo que desde hace 28 años se viene celebrando en Madrid y que se ha convertido en una de las tres más importantes del mundo por su actividad, por los artistas que exponen en ella y por las ventas. La inauguración oficial la realizaron a media mañana los Príncipes de Asturias, como días antes lo hicieran con FITUR, la Feria Internacional de Turismo.
Tras acreditarme me informé de algunas curiosidades que portaba la carpetilla de prensa. La que más me llamó la atención fue el cuadro de Francis Bacon, cuya exposición antológica se exhibe estas semanas en el Museo del Prado. Se trata de una de las piezas más cotizadas y se exhibe en ARCO por la galería Marlborough en el pabellón 8F11.
Fui inmediatamente a verlo. No quería desaprovechar una oportunidad para conocer de cerca la obra de un maestro contemporáneo, aunque a mí personalmente no me llame la atención. Se trataba de un cuadro de fondo amarillo, donde hacía el estudio del cuerpo humano. Según una de las guías que muestran la feria, allí se reconoce la difícil personalidad del artista con gran paz interior, pero muy inquieto y extraño en su forma de comportarse hacia el exterior. La información añadía que el cuadro estaba valorado en 15.700.000 euros. Tal vez la pieza más cara de la feria. La galería española “Polígrafa” mostraba y vendía obras más baratitas de Bacon. Un aguafuerte titulado “Seated figure”, de 1983, valorado en 24.000 euros, sólo cuatro millones de pesetas.
Tuve la oportunidad de ver otra pieza maestra. Se trata del cuadro de Antonio Tapies, a base de cera, titulado “Crane Renverse”, cuyo costo se elevaba a 200.000 euros. Sin duda era una obra reconocida de Tapies. Claro que también hay obras para todos los públicos, cuyos precios no superaban los 300 euros.
Me llamaron la atención algunas cosas, pero entre ella la fotografía de un sexo femenino abierto y donde intentaban penetrar figuras de soldaditos armados. ¡Singular y epatante!
No dejé de pasar por el enorme pabellón de la Fundación Helga de Alvear, que venía a ser una representación de Extremadura (Pabellón 6), después de que la galerista haya decidido crear y construir su Fundación en Cáceres, concretamente en la Casa Grande de la calle Pizarro, cuya apertura se espera para este año. Allí pude ver un Mompó titulado “Gente en la plaza del pueblo”. Una hoja volandera dice que la colección la comenzó Helga en 1967 adquiriendo entonces su primera obra por unas 5.000 pesetas,. Hoy se muestra una representación de sus obras que abarca lo mejor del siglo XX.
Mientras paseaba por la feria me acerqué a ver cómo la india Anita Dube (Nueva Delhi 1958) realizaba un trabajo en direc6o a base de usar unos espráis para redactar un texto colocando letra sobre letra en una gran manta de unos 5 x 5 metros. La explicación decía que escribía un texto encima de otro para “crear una arquitectura aleatoria a partir de la osamentas (estructura>) de la escritura mediante los fluidos (corporales) de la tinta”.
Por último, un equipo de jóvenes periodistas me pidieron hacer una entrevista sobre la feria: El arte contemporáneo es sentirse a gusto con él. Mientras haya personas que diseñen y creen y otras se sientan a gusto con esa obra, habrá arte. Bien es verdad que hay muchas mamarrachadas y mucho cuento. En cuanto a los precios y las ventas, hay para todo. Hay personas que adquirían obras delante de mí, preguntaban precios o ya habían comprado y otros que sólo nos dedicábamos a ver, contemplar y a veces comentar con el vecino, aunque fuera para decir que ¡vaya estupidez!, como era el caso de una mierda en forma de conejo o un conejo con forma de mierda.
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