5 de octubre de 2009.
Ha muerto un amigo y el alma está triste. Ha muerto mi amigo Ramón Muñoz. En la vida era un hombre importante, pero mucho más lo era para los que éramos y seguimos siendo, en la distancia que separa la vida y la muerte, sus amigos.
Conocí a Ramón en un singular club, el de los enamorados de Extremadura. El era un enamorado de nuestra tierra y un enamorado de su ciudad: Plasencia. Sus hermanos venían con él a nuestras cenas en el hotel Santo Domingo para hablar y debatir de lo divino y lo humano y para arreglar, en la lejanía de Madrid el destino de la tierruca.
Y Ramón tenía el don de hacerse querer y de discutir hasta tener sus propias ideas con las que estabas o no de acuerdo, pero que defendía con ardor y ganas.
Ramón Muñoz fue presidente del Tribunal de Cuentas de la Comunidad de Madrid y miembro del Tribunal de Cuentas de España, pero eso ahora no importa; importa su camaradería, su bonhomía, su cariño hacia los que formábamos una piña en el Foro Extremadura, del que era uno de sus máximos valedores y tras su muerte me entero que quería seguir realizando ese encuentro de amigos que se llevan bien y que hablan y hablan: éramos diletantes y queríamos en lo más hondo a Extremadura.
Y termino con papel. Ramón era un enamorado de los belenes. En las últimas Navidades, él ya enfermito, estuve presente en la inauguración de su exposición de belenes de papel en la Casa de Vacas de El Retiro de Madrid. Acudimos todos sus amigos. Y me decía su esposa en el tanatorio que la directora de la Fábrica de Cristal de la Granja de San Idelfonso, que es donde se custodian sus belenes, seguirá exhibiéndolo como muestra de cariño y respeto al coleccionista que fue nuestro amigo Ramón, don Ramón Muñoz. Descansa en paz.
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