5 de agosto de 2010
Es ya una tradición veraniega en Madrid. El director de orquesta argentino – israelí, Daniel Baremboim, ofrece su concierto en la Plaza Mayor de Madrid, donde jóvenes judíos y palestinos, además de algunos españoles muestran su buen hacer profesional.
La entrada es gratuita hasta llenar aforo y eso hace que miles y miles de personas hagan cola para escuchar, sentados, al maestro de la batuta. En esta ocasión fueron dos de las grandes obras del Genial Sordo: La Sexta o Pastoral y la Séptima. Oigan: Una delicia las dos. Bien es verdad que la más popular fue la Sexta.
El maestro pidió silencio al respetable una hora antes del concierto porque tenía que ensayar y el respetable le hizo el regalo de guardar silencio. Era un momento excepcional poder asistir a un entrenamiento de tal agrupación.
Según los datos oficiales había 3.500 sillas más unas 1.500 personas de pie tras las vallas, yo creo que a ese concierto acudieron más de 5.000 personas en directo. A un servidor le tocó entre una jovencita que aprendía música y tocaba el contrabajo y una pareja italiana que estaba entusiasmada de poder asistir a un extraordinario concierto en su visita turística a Madrid y encima… gratis. Enfrente, el turístico restaurante “La Torre del Oro” que anunciaba el turístico menú “pescaíto frito”, daba el toque español a una fiesta tan internacional.
Es ya una tradición veraniega en Madrid. El director de orquesta argentino – israelí, Daniel Baremboim, ofrece su concierto en la Plaza Mayor de Madrid, donde jóvenes judíos y palestinos, además de algunos españoles muestran su buen hacer profesional.
La entrada es gratuita hasta llenar aforo y eso hace que miles y miles de personas hagan cola para escuchar, sentados, al maestro de la batuta. En esta ocasión fueron dos de las grandes obras del Genial Sordo: La Sexta o Pastoral y la Séptima. Oigan: Una delicia las dos. Bien es verdad que la más popular fue la Sexta.
El maestro pidió silencio al respetable una hora antes del concierto porque tenía que ensayar y el respetable le hizo el regalo de guardar silencio. Era un momento excepcional poder asistir a un entrenamiento de tal agrupación.
Según los datos oficiales había 3.500 sillas más unas 1.500 personas de pie tras las vallas, yo creo que a ese concierto acudieron más de 5.000 personas en directo. A un servidor le tocó entre una jovencita que aprendía música y tocaba el contrabajo y una pareja italiana que estaba entusiasmada de poder asistir a un extraordinario concierto en su visita turística a Madrid y encima… gratis. Enfrente, el turístico restaurante “La Torre del Oro” que anunciaba el turístico menú “pescaíto frito”, daba el toque español a una fiesta tan internacional.
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