José Antonio Monago supone para Extremadura la apertura de una nueva etapa. Nunca he puesto en duda las buenas intenciones de Guillermo Fernández Vara como presidente de la región, y al que tengo el gusto de conocer, pero sí puedo decir que en su entorno se había creado un clientelismo que afectaba negativamente la manera de trabajar por esta bendita tierra extremeña.
No sé cómo va a hacerlo el nuevo presidente de Extremadura, lo que sí puedo decir es que sé de su programa por lo que han publicado los medios de comunicación; ni siquiera le conozco personalmente. Pero por interés de todos, le deseo lo mejor.
De su nuevo equipo, dado a conocer el sábado, he tenido algún pequeño contacto con dos de ellos. A la nueva vicepresidenta la conocía siendo concejala de Turismo en Cáceres, cuando en 1996 conseguí para la ciudad el Premio Internacional “Golden Apple”, que concede la Federación Mundial de Periodistas de Turismo. Me costó conseguirlo, ya que tuve que desplazarme a la ciudad croata de Dubrovnik sólo seis meses después de que la bombardearan los serbios en plena guerra de los Balcanes. Fue todo un éxito.
El segundo consejero que conozco es al de Fomento, Víctor del Moral, el alcalde de Malparida de Cáceres, a quien he tenido el gusto de saludar durante una Fiesta de la Tenca (una fiesta que uno tuvo el gusto de crear hace ya varias décadas y bien orgulloso me siento de ello) y se interesó por el programa de los voluntarios culturales para que enseñen los museos locales y regionales a las nuevas generaciones. Habrá que retomar el tema. Y como encargado del turismo de Extremadura, le deseo éxito en sus gestiones por el bien de todos.
No sé cómo va a hacerlo el nuevo presidente de Extremadura, lo que sí puedo decir es que sé de su programa por lo que han publicado los medios de comunicación; ni siquiera le conozco personalmente. Pero por interés de todos, le deseo lo mejor.
De su nuevo equipo, dado a conocer el sábado, he tenido algún pequeño contacto con dos de ellos. A la nueva vicepresidenta la conocía siendo concejala de Turismo en Cáceres, cuando en 1996 conseguí para la ciudad el Premio Internacional “Golden Apple”, que concede la Federación Mundial de Periodistas de Turismo. Me costó conseguirlo, ya que tuve que desplazarme a la ciudad croata de Dubrovnik sólo seis meses después de que la bombardearan los serbios en plena guerra de los Balcanes. Fue todo un éxito.
El segundo consejero que conozco es al de Fomento, Víctor del Moral, el alcalde de Malparida de Cáceres, a quien he tenido el gusto de saludar durante una Fiesta de la Tenca (una fiesta que uno tuvo el gusto de crear hace ya varias décadas y bien orgulloso me siento de ello) y se interesó por el programa de los voluntarios culturales para que enseñen los museos locales y regionales a las nuevas generaciones. Habrá que retomar el tema. Y como encargado del turismo de Extremadura, le deseo éxito en sus gestiones por el bien de todos.
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