Después de pernoctar en la hospedería
de Alcántara y visitar el puente romano, los expedicionarios ponen rumbo a
(Marvao) Portugal, y tras pasar por Membrío cruzan la frontera por Valencia de
Alcántara, que cuenta en esa zona cacereña con un microclima especial.
Marvao le debe el nombre a Ibn Marwan,
quien fuera rey del reino taifa de Badajoz, ciudad que también fundó. Marvao es
un bellísimo pueblo portugués construido sobre una escarpada roca y desde cuya
atalaya se divisan cientos y cientos de kilómetros a la redonda.
El viajero estaba acompañado de Luis
Mariano Cordero, topógrafo de profesión y gerente de Geoactiva, una de las dos
empresas organizadoras del viaje de familiarización a la zona. Desde lo más
alto de la torre del homenaje, en un día frío y clarísimo, me señalaba en la
lejanía, al norte, la Sierra de la Estrella, Sierra de Gata y hasta la Peña de
Francia, ya en la provincia de Salamanca; un poco a la derecha, mi pueblo de
Brozas, curiosamente al, amparo de las nieves de la Covatilla, en la Sierra de
Béjar; tal era el efecto óptico. Y más a la derecha; el Valle del Jerte y la
Vera; hacia el este la Sierra de Guadalupe, incluso más al este, en plena
lejanía, los altos picos de la Sierra de Hornachos. ¡¡¡Una maravilla!!!
Los viajeros cruzaron, en plena cacería
por las alturas del valle de Jola, por la Finca de la Paja, donde numerosos
cazadores agazapados con trajes de campo o trajes militares pagan unos 5.000
euros por puesto para intentar abatir algún jabalí que son espantados por
rehalas de perros que son llevados exprofeso al campo. Los cazadores estaban
asombrados como una serie de 4 x 4 al frente de un Land Rover, en el que me
encontraba, abría una excursión que recorría el territorio que ellos habían
acotado y por el que habían pagado. No se escapó un tiro de rabia… de milagro.
Y vuelta a España para recalar por una
de las alquerías de Valencia de Alcántara La cita fue en el restaurante “Los
Dolmenes”, anejo a la Aceña de la Borrega, desde donde se salió para ver un par
de dólmenes de los 48 que conforman la ruta turística de estos monumentos
megalíticos: El dolmen Mellizo está muy bien conservado gracias a que era la
cuadra de un burro y donde se le metía en los días de lluvia, y el segundo, el “Cajirón
II”, delante del cual, al final de la visita, Canal Extremadura TV me hizo una
entrevista sobre mis impresiones del viaje.
El destino final fue la finca de
Francisco Castillo y sus hijos, en las cercanías de la alquería donde se halla
situada la ermita de la Virgen de la Cabeza, desde donde se divisan hacia el
sur los castillos de Albuquerque y Piedrabuena. Extremadura Selecta ofreció un
jamón muy bien cortado por Bonifacio, mientras Isabel, la esposa de Francisco
ofrecía a sus invitados un extraordinario cocido extremeño.
Como conclusión un viaje interesante
para contar y para difundir las bellezas de la tierra extremeña que promueven
estas dos empresas de turismo activo “Geoativa” y “Traventure”
.
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