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domingo, 9 de abril de 2017

Extraordinario concierto en el Monasterio de Yuste




            He sido invitado por la Academia Europea de Yuste al concierto que el Coro Amadeus dio ayer en el Real Monasterio con motivo del 25 aniversario de la creación de esta prestigiosa institución extremeña a la que pertenecen hombres y mujeres del Viejo Continente de todos los saberes.


            Me viene a la memoria, personas tan prestigiosas como el pintor Antonio López o el comisario europeo y ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja Aguirre, proclamado premio Carlos V del presente año; la presidente de la Academia de España, Margarita Salas, los portugueses Joaquim Verísimo Serrao (historiador) o la pianista María Joao Pires; el historiador inglés Paul Preston, o el que fuera director general de la UNESC , Federico Mayor Zaragoza y entre los ya fallecidos, el italiano Umberto Ecco, el presidente checo y escritor, Vaclav Havel, el músico azerbayano Mstilav Rostropovich o el luxemburgués Gasthon Thorn.


            Yuste es desde la creación de la fundación, en 1992, un referente en la cultura europea, y su actual director Juan Carlos Moreno Piñero, ha querido que el Coro Amadeus, de Puebla de la Calzada (Badajoz) dirigido por el maestro Alonso Gómez Gallego, diera un concierto que recordarán, con agrado, todos los asistentes.


            Compartí audición con el embajador de Francia, Yves Saint Geours, al que acompañaba su esposa, que era la primera vez que se encontraba en este precioso recinto del Palacio y Monasterio de Yuste que son parte del Patrimonio Europeo.



            El Coro Amadeus, compuesto por 22 mujeres (dos de ellas solistas: María del Mar Machado y Gloria Jaramillo), y 22 voces masculinas, muy bien estructurado, fue una sorpresa agradable para el público que rebosaba la iglesia del monasterio. El concierto fue presentado – y a veces interpretado como la poesía en castúo de Gabriele y Galán “¿Ondi jueron?”- por el músico y folclorista Emilio González Barroso.


            Fue un magnífico recital de música de compositores actuales, como el caraqueño Miguel Astor, nacido en 1958, quien compuso la parte musical de “O sacrum convivium” siguiendo la tradición cristiana; la pieza “Dulcissima Maria” fue toda una sorpresa para el respetable, pues el director sacó al coro de su lugar habitual y lo distribuyó en los muros del templo: en el de la Epístola, los hombres; en el del Evangelio, las mujeres. Fue algo muy original. Tras el “Onfi jueron” de Gabriel y Galám, hubo piezas de gran altura para mí, como la extraordinaria interpretación de “Infierno y gloria”, de Federico García Lorca, del granadino Ricardo Rodríguez, fallecido hace dos años. La última pieza del repertorio fue el Zorongo gitano, recogida de la tradición real por García Lorca. Puso broche final, con los asistentes en pie la Oda a la alegría, texto de Schiller, con música de Beethoven lo que hoy es el himno de Europa. Intenté grabarlo y lo dejo aquí testimonio para gusto de todos. ¡Magnífica interpretación de las dos solistas!


            A la salida, en los bajos del Palacio de Carlos V, tuve la suerte de encontrarme con el anterior director de la Academia, mi buen amigo Antonio Ventura Días, y con dos compañeros cronistas: el de Galisteo (Cáceres), Francisco Jesús Valverde Luengo y el de Esparragosa de Lares, Víctor Guerrero Cabanillas, médico y estudioso del músico Hernando Franco, natural de su pueblo, y que trabajó en la época renacentista del siglo XVI en las catedrales de Guatemala y México, siendo considerado el primer compositor de música catedralicia.


Sin duda alguna, mereció la pena hacer 240 kilómetros para estar presente como invitado en este magnífico acto cultural.

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