Laura Cañadas, fundadora de
“Gastrononita”, viene realizando en Madrid una apuesta por unos encuentros
gastronómicos. En esta ocasión se ha celebrado en el Palacio de San Martín un
interesante hotel en pleno centro de la capital de España, un edificio del
siglo XIX, que fue la primera embajada de los Estados Unidos en nuestro país y
declarado Bien de Interés Cultural.
www.intur.com/hotel-palacio-san-martin-madrid/
En la entrada me encuentro con dos
personajes iberoamericanos amantes de la gastronomía, un colombiano y un
chileno, a los que se une la actual propietaria del restaurante “La Cabra”. http://restaurantelacabra.com/
La cata comienza en la mesa de una
pareja joven emprendedora en difundir su producto natural a base de fruta
fresca ofreciendo el máximo sabor, pues están pasteurizados y duran ocho meses.
Su público, niños y mujeres, aunque he de reconocer que los dos que Anais y
Jonatan me dieron a probar a base de manzanas Golden mezcladas con otras frutas
tienen muy buen sabor y merece la pena beberlos con gusto. www.madarizumos.com
Y de allí a una mesa cercana donde
me ofrecieron un bien escaso, un aceite de acebuche virgen extra ecológico. Me
contaron que el acebuche es el olivo primigenio, padre de todos los olivos.
Produce unas aceitunas pequeñas, las acebuchinas, siendo la cantidad de aceite
extraído menor y más concentrado, lo que ofrece un inusitado y excelente sabor.
El producto resultante es de la población murciana de Caravaca de la Cruz y
para ellos es un capricho divino, no en balde lo llaman “Oleum Deos” y lo
ofrecen en un envase de cristal negro para la óptima conservación en tres
tamaños. 100, 200 y 500 mililitros.
Y a partir de aquí me dedico, en
compañía de algunos amigos, a lo que más me gusta en una muestra gastronómica:
los buenos caldos. Había en tres bodegas representadas: Bodegas del Valle, de
Requena, que ofrece, también, un servicio de enoturismo, con visitas al viñedo
y a la bodega, así como unos paseos senderistas
por los alrededores, concluyendo con una cata de vinos y aceites
@delvallebodegas . probé, al final algunos de sus vinos con los
productos de la cercana mesa, que ofrecía chocolate. Un singular maridaje.
La segunda bodega es Hacienda Albae,
de Argamasilla de Alba (Ciudad Real). probé un Chardonnay, floral y muy
elegante, fresco y floral. Los viñedos son relativamente jóvenes pues fueron
plantados hace unos 30 años, con producciones que en ningún caso sobrepasan los
7.000 kilos por hectárea. Algunos caldos, como los de la Family Grand son vinos
que son seleccionados de las mejores parcelas cada año y se envejecen por 15
meses en barricas de roble en cavas subterráneas. www.haciendaalbae.com
La tercera etapa fue la de los vinos
de las bodegas Arráez, que nos ofreció el sumiller Carlos Falcó a mi amigo
Mariano Castellanos y a mí, que vienen elaborando desde 1950. En esta ocasión
probé una singular bebida a base de una variedad autóctona prácticamente en extinción,
casi olvidada, Se trata de la variedad Verdil, de la Denominación de Origen Protegida
de Valencia. Un vino limpio y brillante de color amarillo, cuya botella lleva
como emblema el pez samaruc un pez endémico del Parque Natural de la Albufera,
también en peligro crítico de extinción. www.bodegasarraez.com
Y las catas por esta singular muestra
terminaron en algo dulce y en algo seco. Verán, los dulces pertenecen a la
amplia muestra de la tradición chocolatera de Marcos Tonda, que son de
Villajoyosa (Alicante) y proceden familiarmente desde 1793. Probé y maridé
algunos chocolates, como el salado con un blanco y el negro sin azúcar con un
tinto. Fue todo un descubrimiento. www.chocolatesmarcostonda.com
Y con ello terminé: catar la ginebra
de autor “Roders”, que se fabrica artesanalmente en Beniflá (Valencia). Me encantó
por el buen gusto mediterráneo a naranja que me dejó en boca. Las fabrica “La Clandestileria”,
www.laclandestileria.com que allí representaba Javier Hernández… Y me fui, sin
dejar de observar que a unos buenos amigos les gustó tanto que compraron una
botella para su casa.
Una pena que no viniera el representante
de las mermeladas Frubosque, del Valle del Jerte, de mi tierra extremeña. Según
me dijeron, se le pasó que estaba este singular Festival del Gourmet. ¡Increíble!
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