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sábado, 26 de noviembre de 2016

La Cuba de Castro que yo conocí






            Esta madrugada del 26 de noviembre, en España, ha sonado mi móvil para facilitarme la noticia de que Fidel Castro había muerto a las 10,29 horas de la noche del viernes 25 en La Habana.


            En el programa “No es un día cualquiera”, de Radio Nacional de España y que conduce Pepa Fernández hoy se emitía en directo desde Cáceres por reunirse allí las qui8nce ciudades Patrimonio de la humanidad con las que cuenta nuestro país. Pues bien entrevistaba a una cacereña ilustre, María Jesús Grados, más conocida como María Jesús y su acordeón, la creadora del tema “Los pajaritos”. Su marido, Javier es cubano y éste dio la pauta de cómo tratar el asunto del día: “Muchos estarán tristes en la isla y otros se alegrarán por la muerte de un dictador y el cambio de época en la isla de Cuba”.


            Indudablemente ésta será la expectación que hay hoy en todo el mundo tras la muerte de Fidel Castro, un hombre que supo plantar cara al imperialismo yanqui, pero que se convirtió en un dictador marxista siendo líder para las izquierdas americanas.


            He estado en Cuba en varias ocasiones, siempre por temas turísticos, donde siempre eres muy bien recibido y donde no se toca el tema político para nada, pero si suele salir en las conversaciones.


            Tras pasar por La Habana, Varadero, Matanzas, Pinar del Río, Santa  Clara, Santi Spiritus, Trinidad, Holguín, Baracoa, Santiago de Cuba y hasta la isla de la Juventud, se puede decir que conozco bien la isla y a los cubanos, abiertos, simpáticos, dicharacheros y…pobres por el embargo americano y por la pésima política económica de los Castro.


            Siempre se ha dicho que el menos malos de los sistema de gobierno; personalmente no me gustan las dictaduras sean estas de izquierdas o de derechas. Por decirlo claramente ni Castro ni Pinochet, por hablar de dos extremos americanos.


            En Mallorca tuve una “pelea” personal con la viuda del dictador cubano Fulgencio Batista en la tarde que casaba en la isla a su hija; no conocí a Castro durante mis numerosas estancias en la isla, sí a algunos de sus ministros y  todos cantaban las excelencias del Comandante. Una lluviosa tarde tropical, en un hotel de Santiago de Cuba, mientras mis compañeros jugaban a las  cartas para pasar el rato, yo me dediqué a  ver en un viejísimo televisor en blanco y negro a escuchar atentamente un larguísimo discurso de Fidel que elogiaba la agricultura ecológica, arando con bueyes en vez de con tractores y cantando las excelencias de que los cubanos comieran flores en lugar de un buen chuletón. Eran tiempos difíciles para la sociedad cubana, En ese mismo hotel, la guía turística me pidió la camiseta de algodón que nos habían regalado a los periodistas, así como el bañador que llevaba y que compré en la tienda que el señor Enrique tenía en la Plaza Mayor de la villa cacereña de Las Brozas. La camiseta estaba sudada, peor ella la quería incluso así. Por supuesto que no dudé en regalarle las dos piezas.

            Había mucha necesidad material en Cuba., Uno llevaba jabones, bolígrafos, camisetas… todo era recogido por los jóvenes, incluso un policía en Santiago me riñó por regalarle un bolígrafo a un niño, aduciendo que me estaba molestando. Al final nos hicimos amigos el poli y yo y tuvo también otro boli.


            Sin embargo lo que más en falta echaba era que no había libertad de pensamiento. Un taxista, que me cobró doce dólares por un trayecto desde la discoteca al hotel (el salario mensual medio de un médico cubano por aquel tiempo) no quiso hablar de qué le parecía Fidel, aunque yo me adelantara y le dijera que a mí Franco tampoco me gustaba. Tal era su recelo…


            Sin embargo lo peor de todo fue que recibí una invitación para participar en un curso en una Universidad cubana para hablar de turismo, como lo he hecho en otros países de América. Era en un almuerzo en el Mural de la Prehistoria, en el norte de la isla, concretamente en Viñales. Allí tuve  un almuerzo con varios responsables oficiales y de pronto se les olvidó el tema del curso por una crítica que les hice cuando el régimen metió presos a 70 periodistas, entre ellos al reconocido Raúl Rivero. Critique esta acción y por supuesto.,, de inmediato se olvidaron de la recién hablada invitación.


            Cuba será otra después de Fidel  Castro.


jueves, 11 de octubre de 2007

Taiwán y Cuba

    ¿Qué tienen que ver ambos países que trata del viaje de la vida?. Esta misma tarde he tenido la gran suerte de asistir a sendos actos programados por ambos, en lugares distintos de Madrid, pero no tan distantes. Taiwán celebra el 10 de octubre su fiesta nacional y conmemoró su 96 aniversario en el salón Cervantes del Hotel Meliá Madrid. Allí se dieron citas viejos amigos y alguna autoridad extranjera, como el vicepresidente de Guatemala, Eduardo Stein. 


    Cuba concluía en el restaurante Floridita de la calle de Diego de León, la enorme gira de 4.200 kilómetros por Portugal y España promocionando turística mente la isla, bajo el lema de "Viva Cuba". Allí saludé a su embajador y al director del turismo de Cuba en España, mi buen amigo Antonio Esquivel. 


    No conozco Taiwán, pero sí mi hijo mayor, que se quedó prendado de sus paisajes y de la Torre 101, el edificio más alto del mundo, así como de su gente. Yo puedo decir que conozco algo Cuba y un verdadero placer tratar con los cubanos, su alegría, su extroversión, su candor hace que uno desee volver allí, sin olvidar la hermandad que existen entre uno y otro pueblo, con una cultura única, con ciudades coloniales, con una cocina singular. http://www.cuba.cu/ 


    La verdad es que ambas naciones, tan distintas, pero no tan distantes, tienen gentes encantadoras, que saben apreciar la hermandad de los pueblos. Con ese valor, el mayor de los valores, me quedo.