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jueves, 13 de octubre de 2016

Cómo conocí a Darío Fo



            El trabajar en un periódico en Mallorca ha hecho que haya conocido a verdaderos personajes de la historia de España y mundial. Uno de ellos fue Darío Fo, cuando aún no era Premio Nobel de Literatura de 1997, el recientemente fallecido actor y director teatral, autor de la multirrepresentada “Muerte accidental de una anarquista” (1970), que tuve oportunidad de ver en León en 1977 mientras hacía el servicio militar. 

            Llegó a Mallorca para trabajar en el Auditorium de Palma de Mallorca, en pleno paseo Marítimo, propiedad de una reconocida familia mallorquina Ferragut, para interpretar la obra “Misterio bufo”. Una tarde llegué al auditorio y allí me esperaba Rafael Ferragut, hijo de don marcos, el fundador. Me presentó a Darío, un italiano que era un verdadero azote de la sociedad y de los poderes establecidos, una especie de arlequín del siglo XX.

            La entrevista con Darío Fo está en mi colección de recortes del diario “Baleares”, de Palma de Mallorca, guardada en Extremadura, a unos 350 kilómetros de Madrid, pero aún recuerdo –como si fuera ayer por la noche- su interesantísima actuación Imagínense ustedes un espacio escénico enorme, más grande que todo el espacio público de un teatro de 1.826 butacas. El escenario estaba todo negro, yo me acuerdo que vi la representación desde un palco, gentileza de don Marcos Ferragut, un solo actor en el escenario, con un micrófono con un cable, pues no existían por entonces los micrófonos inalámbricos, hablando en italiano y con su forma de ser y actuar se “comió” a todo el público con su obra “Misterio Bufo”, su gran obra maestra. Un exitazo…


         Para entender esta obra copio textualmente de Wikipedia los siguiente:

 Su otra gran obra maestra, que pertenece a esta época, es Mistero Buffo En realidad es una investigación exhaustiva que realizó Darío Fo de estudios filológicos. Ha tenido diferentes versiones porque contiene monólogos que Fo, a la hora de llevarla a escena escogía y agrupaba según sus objetivos. Es una especie de recopilación de la Historia transmitida oralmente de generación en generación. Recoge historias medievales o de tradición cristiana como La resurrezione di Lazaro(La resurrección de Lázaro) o Moralitá del cieco e lo storpio (Moralidad del ciego y el cojo). Darío Fo se pone en el papel de juglar al contar las historias, añadiendo historias inventadas a las auténticas que ha reinterpretado. El estilo está en la línea de las representaciones sacras medievales. Es una obra que no ha dejado de escribir y reescribir. La primera vez que se llevó a escena duraba tres horas, con un sólo actor, Darío Fo. Hay quién dice que le sirvió para perfeccionar su mímica y dotes de interpretación, pues representa a numerosos personajes con multitud de registros. Su escenografía es un micrófono, una luz y su mítico jersey negro de cuello alto. Fo antes de cada historia realizaba una introducción didáctica que comenzaba con una contextualización histórica que se mezclaba con sucesos de actualidad del día en el que se estaba representando la obra. Hay un elemento clave en Mistero Buffo y es el lenguaje que utiliza, el grammelot. Se trata de un lenguaje onomatopéyico utilizado por los cómicos en la Comedia del Arte, y que ayudaba a pasar la censura, porque no lo entendían.

Misterio bufo está editada en 1998 por ediciones Siruela, la editorial propiedad de Jacobo Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, hijo dela duquesa de Alba, editor y jardinero, con el que tuve el gusto de charla amplia y detenidamente en un vuelo desde México hasta Madrid.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Mi encuentro con Rafael Alberti



 

            Ayer hizo 15 años que murió el excelso poeta Rafael Alberti, aquel que no quiso ser académico de la lengua española porque no había terminado el bachillerato y tenía faltas de ortografía. Y todo esto me viene a la memoria porque pasé toda una mañana con él por la ciudad de Palma de Mallorca, tras nuestro encuentro en el Ayuntamiento, junto a Nuria Espert, y recorrer, después, algunas calles de la capital balear. De ello hace unos 35 años; mes más, mes menos.

            De aquel día me acuerdo la caminata que nos dimos por el Paseo de Mallorca, donde estaba mi periódico “Baleares”  y comentarle lo ágil que estaba, un tiarrón fuerte y con una voz muy masculina, pero con un alma exquisita.

            Le debió de gustar mucho mi entrevista a Rafael porque tuvo la delicadeza de enviarme por correos postal una octavilla firmada por él y por Nuria en la que decía ·”A Rivero, gracias”. Aún la conservo, aunque deslucida por el paso de los años.

De Nuria Espert guardo una anécdota de aquella misma mañana que tuvo que ver con la representación de Medea en el teatro romano de Mérida en el verano de 1979. Había ido con un par de amigas de mi pueblo de Brozas a escucharla en esta magna representación, desde que Margarita Xirgu la estrenara en 1933 en presencia del presidente de la República, Manuel Azaña. Pues bien la noche en la que la Espert estaba representando el papel de Medea, junto a Carlos Ballesteros, y  bajo la dirección de José Tamayo, hubo tal guirigay en el recinto del teatro que los actores tuvieron que parar la representación. Yo no sabía qué hacer y sólo le dije a mis dos amigas que aplaudiéramos. Aplaudimos tan fuerte que todo el teatro nos siguió y a los pocos minutos, los dos actores recomenzaron la actuación; Nuria, aún guardaba en su memoria este incidente y me agradeció que nos pusiéramos a aplaudir.
 
 
 

Como tenía intención de que Rafael, el Gran Alberto, me dedicara un libro, me compré ese día su famoso libro de poemas “Sobre los ángeles” (1927 – 1928), que me dedicó y en el que me hizo un dibujo que guardo en mi biblioteca con gran cariño de bibliófilo.

Un detalle más: Fui, por la noche, a disfrutar de la lectura de poemas de Nuria y de Rafael en el Castillo de Bellver. Yo sentado en el suelo mientras cientos de personas, aposentadas en sillas de tijera, escuchaban con respeto y admiración los grandes poemas de la literatura española. Fue una noche para disfrutar de la cultura

Y un último apunte: meses más tarde, allá por octubre de 1979, fue mi primer viaje a América, concretamente a Venezuela, Argentina y Brasil, donde pasé cerca de un  mes. En el avión de Iberia, un Douglas DC-10, me encontré con Rafael Alberti. Nos reconocimos y le volví a dar las gracias por el detalle de enviarme por correo postal una octavilla con el agradecimiento. Su contestación fue muy simple: “Rivero, ya está bien de darnos mutuamente las gracia”, y charlando un rato más… dejé de ver al admirado poeta gaditano. Esto es sólo intrahistoria, él ya está en el Parnaso, la patria de los buenos poetas.