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jueves, 30 de mayo de 2013

Capítulo de primavera de la Orden de la Amistad

 

 
            El secretario de la Muy Serena y Muy Noble Orden de la Amistad nos ha convocado a todos los comendadores en el restaurante La Masía de José Luis para el capítulo número 80  dentro de  los actos enmarcados en honor a San Felipe Neri (1515-1595) 26 de mayo, Patrón de la Muy Serena y Muy Noble Orden de la Amistad,  Al llegar a la Masía saludé a un mito de la televisión Española, Laurita Valenzuela, dama de la Orden, que tomó posesión en un capítulo celebrado en el palacio de Congresos de La Castellana.
 
            El secretario, Pedro Sanz, me sugirió que tenía que leer la frase del día y que es del psicólogo Enrique Rojas, y dice así: “La tolerancia es también importante para que la amistad no se rompa. Esto significa trasigencia, respeto a opiniones distintas de la propia, flexibilidad y capacidad para aceptar otras opciones de la vida y de los hechos que nos suceden. Y en este tipo de diferencias surgen a veces enfados, roces, discusiones… Otras veces puede asomar el rencor, el dolor que no se olvida. Algo positivo es hablar las cosas a su debido tiempo para dejarlas claras y evitar que los temas se pudran o se eternicen en un silencio sin sentido”
 
            Durante el capítulo se nombraron a varios comendadores y a una dama. Al embajador de Palestina en España, Sr. Musa Amer Odeh, se le nombró el último. Durante su intervención habló de la amistad entre los pueblos, del deseo de paz con el pueblo israelí para que las dos naciones, que tienen su propia singularidad, posean sus propios territorios y brindó por el Rey de España, que lleva el título de Rey de Jerusalén.
 
            Y mientras hablaba el señor embajador de Palestina me acuerdo del encuentro que tuve con el líder histórico palestino durante su visita a Mallorca, donde recibió a la prensa en el hotel de lujo en el que se hospedaba, el hotel Son Vida, en el que un servidor era el redactor jefe de los servicios informativos de Radio 80, que entonces tenía sus estudios en un par de suites de ese hotel.
 
            Cuando me encontré con Arafat, me alzó la mano como signo de victoria; retransmití, en directo para toda España, su llegada a la isla y hubo una anécdota con fotografía incluida: Se paró un magnetofón situado en la mesa de la rueda de prensa; lo alzó y todos los fotógrafos sacaron al día siguiente en los periódicos locales y nacionales esa imagen. Resultó que era mi magnetofón el que se paró mientras recogía las palabras del que fuera primera autoridad palestina.

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