Terminaba mi primer artículo sobre el turismo en
Extremadura con la deficiente formación del empresariado turístico extremeño
(Que nadie se sienta molesto por ello, sino que es un análisis general y aunque
hay magníficos profesionales otros muchos dejan bastante que desear). Y no
estoy hablando sólo de atención al cliente, que también, sino de las atenciones
que requieren una empresa turística.
A las empresas se las puede atender mucho mejor
fomentando el asociacionismo o bien co-participando en empresas y actividades
público-privadas. Pues aunque la hostelería y la restauración extremeñas están
unidas en asociaciones profesionales, lo que se denominan empresas turísticas
de oferta complementaria o de turismo alternativo dejan mucho que desear.
Las Pymes turísticas han de tomar conciencia de sus
necesidades a través del asociacionismo y en pedir ayudas institucionales en el
ámbito regional, del Estado y en Europa, a través delos cauces ordinarios de
los representantes políticos.
Hoy por hoy, con los sistemas actuales de comercialización,
es el cliente el que elige el destino turístico y en este campo Extremadura en
general y la zona de la Raya luso-extremeña, en particular, tiene una grave
problemática de promoción debido a la lejanía de los grandes centros emisores
nacionales como Madrid y Lisboa, y otros de segundo orden de las dos naciones,
ello sin hablar de los grandes centros emisores europeos, que son los que
abastecen en un 80 % a los mercados ibéricos, pues los turistas que proceden de
Europa buscan principalmente sol y playa y menos el turismo cultural y muchísimo
menos el turismo de naturaleza en los que está basado principalmente el sector
turístico en la frontera entre España y Portugal, en el tramo comprendido entre
Extremadura y la Beira Baja y Alentejo.
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