El turismo
se convierte desde los años 80 en Extremadura una fuente de modernización y
transformación económica. Tras el paso de la época emigratoria de los años 60,
en los que la región pierde mano de obra poco cualificada y la llegada de las
comunidades autónomas, Extremadura toma conciencia de sus valores histórico-patrimoniales y naturales y comienza
a explorar un campo económico que hasta entonces era tenido poco en cuenta,
cuando ya en otros lugares de la nación estaba muy explotado a través del
sector turístico.
El Consejo
Económico y Social de las Comunidades Europeas indicaba en 1990 que “el turismo constituye una actividad humana
de la natural inclinación entre el hombre y la necesidad de conocer su entorno,
su historia y su civilización. El turismo se ha transformado en una actividad económica
que ofrece al consumidor los servicios que exige. Esta actividad ha adquirido
una importancia creciente en el espacio europeo, en particular a lo largo de los
últimos años” .
Lo primero
que se desarrolla es el turismo urbano, abriendo nuevos hoteles en las grandes
ciudades: Cáceres, Badajoz, Mérida, Plasencia, Zafra, etc. Posteriormente con
la reestructuración de las comarcas en Grupos de Acción Local, el turismo se ve
con otros ojos y se valora como elemento para crear pequeñas y medianas
empresas que pongan el valor los recursos que se disponen. Especialmente se ha
recurrido, desde su creación en 1975, al
Fondo Europeo de Desarrollo Rural, FEDER,
aunque en los diez primeros años de existencia sólo dedicara el 1,2% de
su presupuesto al sector turístico. Fue a partir de 1986 cuando el FEDER
contribuyó más al turismo para recuperar la riqueza de ciertas regiones.
Con el
tiempo, el turismo forma parte de todas las comarcas extremeñas, basado
principalmente en dos factores: Una naturaleza muy virgen y poco explorada en
la Península Ibérica y un amplio e interesantísimo conjunto histórico artístico
en ciudades y pueblos de la región, promocionando en los últimos tiempo la
gastronomía que se ha visto encumbrada esta labor con el reconocimiento de
Cáceres como Capital Española Gastronómica y un restaurante único en
Extremadura, como es “Atrio”, situado en la ciudad monumental cacereña, con dos
estrellas Michelin, además de otros que ofrecen una gran oferta culiniaria con
productos propios de la tierra.
Aunque el
turismo es hoy para la sociedad occidental –y española en particular- un
elemento de consumo más, un derecho social, es una necesidad muy sensible a las
alteraciones de los precios y también a la del servicio y atención al cliente,
de ahí una permanente formación de los profesionales del sector en lo que
demanda el turista, a pesar de que en nuestro territorio haya más un minifundio
empresarial y una frágil posición de los agentes regionales en el mercado
turístico nacional.
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