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domingo, 28 de noviembre de 2010

La ganadería de Los Espartales




Un hotelero que es ganadero de reses bravas; o bien un ganadero que se dedica a la hostelería. Este es José Luis Iniesta, un hombre que ama la naturaleza de su finca, que se encuentra en la carretera de Valverde de Leganés a Táliga, la milla de oro de las ganaderías de reses bravas más afamadas de España. Y como dice un lema de la Raya portuguesa por esta zona: Aquí se tiene tiempo para ser feliz.

El viajero ha recalado en Los Espartales, que tiene ya apartadas varias corridas de toro. Son toros de gran belleza, proceden de los Jandilla. Me entero por el apartado de tauromaquia de la Diputación de Badajoz, que esta ganadería tiene como divisa el rojo y el azul y la señal; orejisana en la derecha y pendiente en la oreja izquierda.

Tomamos un tractor donde unas pacas de paja sirven de asiento para recorrer el terreno. El campo está bellísimo tras los días de lluvia, y un esplendoroso sol nos abarca a todos al pie de la Sierra del Alor, allá en la cercana Olivenza. José Luis disfruta enseñando su finca, su dehesa cuajada de encinas, a los periodistas capitalinos llegados desde diversos puntos de España y alguno de Portugal. “Aquí hay dos corridas apartadas; estos son los becerros, este se llama Jardinero, son muy mansos; mirad le doy de comer en la mano”, pero un periodista lo intenta y la bravura sale del becerro con sus pequeños pitones moviéndolos para intentar evadirse del extraño.

“Y allí los mansos y más allá, encerrados en una zona escabrosa del terreno, los machos reproductores. ¡Oye, 30 vacas para cada macho y qué bien se lo pasan!. Un poco más allá toros de cuatro años pelean entre ellos y muy curiosos se acercan al tractor. Alguno de los presentes dice que no se les incite. Los toros muy bravos, se acercan para embestir, pero ven que no pueden y se van. El miedo rondaba encima del carromato del que tiraba el tractor que conducía Curro, el mayoral.

Un poco más allá cerdos ibéricos que a veces se enfrentan a los morlacos, aunque estos suelen pasar de ellos, si bien alguno recibe de vez en cuando algún rasguño, sino una cornada y más allá, junto al cortijo, gallinas que escarban y también caballos percherones que sirven para ensillarlos y picar a los toros.

Han pasado dos horas como si nada. Ha sido un gusto disfrutar de un día campero. Un aperitivo de jamón y lomo ibérico, con queso de la zona, acompañado de cervezas o vino “Palacio Quemado”, de la familia Alvear. http://www.alvear.eu/presentacion3.asp Me dice José Luis, al que conozco hace muchos años, que piensa construir un restaurante abierto con la magnífica vista de sus toros bravos en la finca de Los Espartales. Allí mismo, pegando junto al tentadero celebramos la comida con una buena sipa de tomate y carrillada de cerdo ibérico bajo la atenta mirada del toro “Mesonero” que rejoneó y al que le cortó dos orejas Pablo Hermoso de Mendoza. http://www.pablohermoso.net/

Una jornada para recordar.

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