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sábado, 22 de febrero de 2020

El Museo de Olga Ramos





            Esta tarde del 21 de febrero de 2020, los Amigos de la Capa de Madrid, entidad con solera que nació en 1928, fue a conocer el Museo de Olga Ramos, la mujer de Badajoz que más amó a Madrid y diosa del cuplé madrileño. En su casa nos recibió su hija Olga María Ramios, cantante, actriz y locutora, quien nos enseñó las joyas que guarda de ella y de su madre, dos vidas dedicadas a la música.



            Al entrar en la casa hay dos dibujos que le entregaron en un sobre dedicados a Olga y a su marido, Enrique Ramírez de Gamboa, pero más conocido como “El Cipri”. no supieron de quien eran esos dibujos. Cuando lo averiguaron, el dibujante ya había muerto. Se trataba de dos dedicatorias de Serafín Rojo, el dibujante de la famosa revista “La Codorniz”, más conocido como “el látigo de las marquesas”.



            En una amplia sala interior, se concentra una gran colección de objetos de todo tipo de la gran Olga Ramos y de Olga María, que asombran por su calidad en el arte del cuplé. Tengo apuntadas en mi agenda unas breves notas sobre el cuadro de Raquel Meller, nacida en Tarazona en 1888 y en la década de los años 20 del siglo XX fue la artista española de mayor éxito. Contó Olga que viajó a Nueva York en barco con tres cocineros uno español, uno chino y un inglés. Llevaba a su gato encima y en el Hotel Waldorf Astoria no la querían alojar, Pues, entonces, me voy, y al final la alojaron como gran dama y artista que era. En su casa hay una foto dedicada a la mamá, doña Olga, y una carta autógrafa. Contó la anécdota de que Raquel Meller era una mujer muy orgullosa y engreída pero también muy piadosa y generosa, tanto que pagó la operación de Sarah Bernhardt en Madrid sin que esta se enterase.



            Olga Ramos nació en Badajoz en 1918. Su padre, un militar, al estilo antiguo, no quería que estudiara música, pese a que la niña conservaba la gracia y el salero del abuelo portugués, de la ciudad de Elvas, que cantaba unos preciosos fados. Un día, la niña con sólo 7 años se presentó en casa con su profesor; al final convenció al padre y éste, pese a su bajo salario y sus 8 hijos, le puso un profesor de música. Fue todo un éxito, la niña tenía desde los 11 años su propio violín, que se conserva en este singular museo, con su correspondiente diploma.  Eso le sirvió para ganarse la vida como violinista en las películas mudas de la época. También hay recuerdos de su marido, “El Cipri”, relata con gracia Olguita, que su padre poseía “un diccionario reducido, con más grasa que un cocido”.





            En la primera estancia del museo, hay un fonógrafo y una radio de galena, además de la cristalera de la sala de espectáculo en la calle de la Palma done las dos Olgas representaban la Noche del Cuplé, que todo amante de las buenas tradiciones llegamos a ver y disfrutar en diversas ocasiones. Este lugar del espectáculo había sido una vaquería y las vacas habían ocupado el lugar donde ahora el público disfrutaba. También había una preciosa peineta de teja y hasta algunos instrumentos musicales, entre ellos un clarinete, un saxo y un bandoneón que regaló a un médico de la familia, de origen argentino.





            En la parte baja de la sala hay una vitrina en la que Olga María muestra, con orgullo la Medalla de Agustín Lara, o la Medalla de la Orden Militar de Alcántara (de color verde), aunque tenga puesto por escrito que es la de la Orden de Calatrava (ésta es roja). En un muestrario cercano, numerosas placas, entre ellas, una de Mérida, pero de Yucatán, pues los mexicanos tienen muy en gala escuchar a Olga María como gran profesional del cuplé. Antes había contado que recibió del alcalde de Burdeos, Alain Juppé, (que con el tiempo sería presidente del Gobierno francés de 1995 a 1997), un reconocimiento por su labor de cupletista. Claro que el cuplé había nacido en Francia, donde lo llegaron a arrinconar mientras que en Madrid se engrandeció.



            Una agradable tertulia, con un buen vino, y unas tapas pusieron fin a la tarde cupletista en casa de la gran dama de este arte, no sin que la presidenta Teté Campuzano, se colocara con la gran diva imitando su buen hacer profesional, , aunque antes le entregara un recuerdo de la “pañosa”, de la capa española.





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