No conocía Gibraltar. He estado en sus mismas puertas hace muchísimo tiempo cuando mi hijo de 28 años, era un bebé, y también hace unos diez, pero por entonces se necesitaba pasaporte, por lo que era una pereza llevarlo. Además para un español era algo así como ir al extranjero. Hoy las cosas han cambiado. El Peñón es más abierto, más dinámico y quieren turistas por allí.
Hay un vuelo diario desde Madrid al Peñón por medio de una compañía española: Andalus, que en una hora pone al viajero a los pies de la roca. Esta empresa aérea tiene su sede en Málaga y hace rutas altermativas a las grandes compañías, como Madrid-Almería. www.andalus.es
Si uno fuera turista recomendaría visitar la ciudad, esa ciudad amurallada con muros árabes, cristianos, de época de Carlos V y también de arquitectos británicos. Gibraltar es la suma de varias culturas. Desde lo alto del Peñón, invitados por el director del museo privado de las galerías de la II Guerra Mundial, se puede ver el aeropuerto a los pies y cerca un cementerio de católicos, de protestantes, de musulmanes, de judíos y faltan los hindúes, que son quemados sus cuerpos en la playa.
Me alojé en el Hotel La Caleta, un cuatro estrellas, que se encuentra en la pate este del territorio, junto a la Bahía de los Catalanes, una preciosa playita cercana a la barriada de los genoveses. La quinta planta está dedicada a preciosos apartamentos turísticos que dejan ver y oir las aguas que el Mediterráneo hacen golpear las rocas del alto farallón. www.caletahotel.com
Uno no debe dejar de visitar la Cueva de San Miguel, donde se encontró el cráneo de uno de los primeros “visitantes” de la zona. Fue descubierto en 1974. Indica que hace ya 40.000 años hubo pobladores en la zona. La Cueva de San Miguel con estalactitas y estalagmitas ofrece un magno salón de actos donde se ofrecen conciertos y cenas de gala.
Muy cerca de allí están los monos de Gibraltar. Ya saben, los “Macaca sylvanus”, como son conocidos por la ciencia, tienen una leyenda: El día que desparezcan el Peñón volverá a la soberanía española. Y por eso los miman y los cuidan. Son uno de los atractivos más interesantes. Los monos se encuentran por todas partes, incluso en la parte alta del funicular, donde si uno lleva comida en el bolso, son capaces de meter su mano y capturar las pipas o cualquier otra golosina.
Hay que ver también las galerías altas que fueron excavadas por los soldados británicos para hacer del Peñón una verdadera fortaleza contra los nazis. Desde aquí se controlaban los barcos que navegaban por el Estrecho. Una cosa curiosa. Si Gibraltar tiene 33 kilómetros de carreteras en el exterior en sus sólo seis kilómetros cuadrados de superficie, el Peñón cuenta con 54 kilómetros de túneles horadado en su roca.
Una visita obligada es la Alameda, unos preciosos jardines abiertos en 1816 y que cuentan con plantas endémicas de Gibraltar como la “Silene tomentosa”, así como de países tropicales lejanos y pertenecientes al imperio británico. Desde aquí hay que recorrer la calle real o Main Steet para llegar hasta las Casematas, en la Villa Vieja, donde hay comercios y restaurantes típicos, como el Café Solo.
El viajero debe dar un paseo en barco para ver los delfines www.gibraltarinfo.gi y por la noche hacer una visita al Casino, donde hay numerosos jóvenes de la parte española jugándose los cuartos.
Gibraltar, sin duda, es un destino que un español debe conocer.
Más información www.visitgibraltar.gi