Ayer hizo 15 años que murió el excelso
poeta Rafael Alberti, aquel que no quiso ser académico de la lengua española porque
no había terminado el bachillerato y tenía faltas de ortografía. Y todo esto me
viene a la memoria porque pasé toda una mañana con él por la ciudad de Palma de
Mallorca, tras nuestro encuentro en el Ayuntamiento, junto a Nuria Espert, y recorrer,
después, algunas calles de la capital balear. De ello hace unos 35 años; mes
más, mes menos.
De aquel día me acuerdo la caminata
que nos dimos por el Paseo de Mallorca, donde estaba mi periódico “Baleares” y comentarle lo ágil que estaba, un tiarrón
fuerte y con una voz muy masculina, pero con un alma exquisita.
Le debió de gustar mucho mi
entrevista a Rafael porque tuvo la delicadeza de enviarme por correos postal una
octavilla firmada por él y por Nuria en la que decía ·”A Rivero, gracias”. Aún la conservo, aunque deslucida por el paso
de los años.
De Nuria Espert guardo una anécdota de aquella misma
mañana que tuvo que ver con la representación de Medea en el teatro romano de Mérida
en el verano de 1979. Había ido con un par de amigas de mi pueblo de Brozas a
escucharla en esta magna representación, desde que Margarita Xirgu la estrenara
en 1933 en presencia del presidente de la República, Manuel Azaña. Pues bien la
noche en la que la Espert estaba representando el papel de Medea, junto a
Carlos Ballesteros, y bajo la dirección
de José Tamayo, hubo tal guirigay en el recinto del teatro que los actores tuvieron
que parar la representación. Yo no sabía qué hacer y sólo le dije a mis dos amigas
que aplaudiéramos. Aplaudimos tan fuerte que todo el teatro nos siguió y a los
pocos minutos, los dos actores recomenzaron la actuación; Nuria, aún guardaba en
su memoria este incidente y me agradeció que nos pusiéramos a aplaudir.
Como tenía intención de que Rafael, el Gran Alberto,
me dedicara un libro, me compré ese día su famoso libro de poemas “Sobre los ángeles”
(1927 – 1928), que me dedicó y en el que me hizo un dibujo que guardo en mi biblioteca
con gran cariño de bibliófilo.
Un detalle más: Fui, por la noche, a disfrutar de la
lectura de poemas de Nuria y de Rafael en el Castillo de Bellver. Yo sentado en
el suelo mientras cientos de personas, aposentadas en sillas de tijera,
escuchaban con respeto y admiración los grandes poemas de la literatura española.
Fue una noche para disfrutar de la cultura
Y un último apunte: meses más tarde, allá por
octubre de 1979, fue mi primer viaje a América, concretamente a Venezuela,
Argentina y Brasil, donde pasé cerca de un mes. En el avión de Iberia, un Douglas DC-10,
me encontré con Rafael Alberti. Nos reconocimos y le volví a dar las gracias
por el detalle de enviarme por correo postal una octavilla con el
agradecimiento. Su contestación fue muy simple: “Rivero, ya está bien de darnos mutuamente las gracia”, y charlando
un rato más… dejé de ver al admirado poeta gaditano. Esto es sólo intrahistoria,
él ya está en el Parnaso, la patria de los buenos poetas.