Cuando hace unos días me entregaron el Premio al Periodismo
Turístico que promueve el programa “Gente Viajera” de Onda Cero Extremadura, que
dirige mi amigo Vicente Pozas, llegué con tiempo a la capital cacereña y como no
era cuestión de estar paseando por la ciudad con esto de la pandemia, decidí
hacer una pequeña excursión hasta la Montaña y visitar el santuario de la Patrona
de la ciudad.
Fue lo que hice y maté dos pájaros de un tiro, pues vi
dos atractivos turísticos muy pocos conocidos por los visitantes de la ciudad antigua,
el tercer conjunto monumental más importante de Europa tras Praga y Tallin
(la capital de Estonia), según declaración en 1968 del Consejo de Europa y
Patrimonio Mundial de la Humanidad, desde 1986. Tengo el honor que diez años
más tarde, durante el mandato de José María Saponi, en 1996, conseguimos que la
Federación Mundial de los Periodistas de Turismo le concediera el galardón
“Pomme d’Or”, la Manzana de Oro, que en el mundo poseen pocas ciudades.
Y el primer objetivo que me marqué fue a ver al indio
poeta. Recuerdo que en cierta ocasión tuve que hablar de él en un pequeño discurso
en México con motivo del encuentro internacional de los Periodistas de Turismo
de las Méridas del Mundo (España, México y Venezuela) y tuve que aprenderme su
nombre y … hasta pronunciarlo: Nezahualcóyotl. (ya podía llamarse rey Pepe, pero no). En
Cáceres está, desde 1992, en la Avenida de la Hispanidad, en un cruce de
calles, pero se la conoce como la plaza del indio, pero ese indio fue un gran
poeta y rey de Texcoco, nacido en 1402.
Hace muchos años, en uno de mis muchos viajes a México,
el entonces presidente de la Diputación de Cáceres, mi buen amigo Manuel Veiga
López, nacido en el pueblo de mi abuelo materno, Alba de Tormes, me dijo cuando
vayas a México ves a saludar de mi parte autor de la estatua del rey Nezahualcóyotl.
Alojado en el hotel Sheraton María Isabel, en la Plaza del Ángel de la
Independencia de la capital azteca, me faltó tiempo para llamarle y decirle que
tenía interés en hablar con él. Se trataba de Humberto Peraza el mejor escultor
mexicano del siglo XX. Alguien me dijo que era el autor de las estatuas que se
le erigen a los presidentes tras sus mandatos. Tomé un taxi (la distancia era
larga) porque desde el hotel María Isabel, junto a la Plaza del Ángel, bueno
más bien ángela, pues es una estatua femenina alada, hasta la colonia de Coyoacán,
hay un buen trecho, unos 12 kilómetros. Llegué a su casa-estudio, donde fui muy
bien recibido; tomamos algo y me pasó a su estudio. Una maravilla, pero como
diría un mexicano, ¡muy padre! Tras un par de horas mandó a uno de sus hijos que
me regresara, manejando su carro, a mi hotel, Aquella mañana me perdí la visita
al Museo de Antropología de México, nunca lo he visto, pero mereció la pena
dejarlo para otra ocasión por las atenciones prestadas por el escultor Peraza,
su humanidad y simpatía.
http://www.humbertoperaza.com/
Para saber más del rey poeta:
https://www.culturagenial.com/es/poemas-nezahualcoyotl/
En la Montaña
Pero no se me fue de la cabeza subir hasta el Santuario
de la Montaña para dar las gracias a Nuestra Señora por este premio y por la
labor de acogimiento que realizar a sus queridos hijos de Cáceres. El Santuario
estaba abierto, guardando las distancias de seguridad sanitaria, con alcohol
para las manos y pasar con mascarillas. Allí me acordé de mi amigo Juan Alonso
Resalt, cronista oficial de Leganés, y compañero en la junta rectora nacional
de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, porque en una placa
situada en la pared derecha del edificio religiosos se lee textualmente: Se sabe que el 25 de abril de 1724, la Cofradía
acordó mandar hacer un retablo en Salamanca, pero se desconoce la fecha de la
estructura que debió otorgarse entre los donantes y Don José de Churriguera,
que precisamente tenía taller en Salamanca. El retablo es muy similar al de San
Esteban de Salamanca o al de San Salvador en Leganés (Madrid), obras del mismo
taller. Por cierto, Resalt me
decía ayer que han tenido que cerrar el templo de San Salvador porque amenaza
ruina y ha de arreglarse cuanto antes, y para ayudar se ha llevado a su casa
una imagen grande de San José. Esperemos que pronto pueda retornarla al templo,
eso indicará que ya estará totalmente restaurado.
La vista desde las alturas de la Montaña sobre Cáceres es
una maravilla al poder contemplar el conjunto urbano, destacando la ciudad
antigua.
Por cierto, al final del acto, cuando ya nos despedimos
me despedí del alcalde de la ciudad Luis Salaya, que fue la persona que me hizo
entrega del premio, una terracota, realizada en Mérida, y al que le dije que tenía
una cosa mía en su despacho. Se extrañó un poco y le dije que era una manzana:
la Manzana de Oro que fui a buscar, a finales de 1995, pocos meses después de
terminar la guerra serbo-croata a la ciudad del nuevo estado europeo, la preciosa
Dubrovnik, que aún estaba en ruinas y de la que me traje como recuerdo una
metralla de guerra que saqué de un edificio que había sido una galería de arte.
Dubrovnik tiene también otra Manzana de Oro, concedida, como he dicho por la Federación
Mundial de los Periodistas de Turismo, no en balde me puedo enorgullecer de
haber creado, hace ya más de 25 años, la Asociación de Periodistas y Escritores
de Turismo de Extremadura, APETEX, en siglas.
http://www.vinosycaminos.com/texto-diario/mostrar/548845/manzana-oro-caceres