De Valdecañas sale perdiendo toda Extremadura
Francisco
Rivero
Doctor
en Turismo
La noticia saltó ayer por sorpresa:
El Tribunal Supremo sentencia que la urbanización de Valdecañas debe ser
completamente derruida. La Junta de Extremadura espera conocer toda la
sentencia y poder recurrir ante el Tribunal Constitucional.
Sin duda alguna la sentencia del
Tribunal Supremo hay que acatarla, pero no por ello deja de ser un palo para
toda la sociedad extremeña. Bien es
verdad que las autoridades de la región no lo hicieron bien. Fue una grave
responsabilidad autorizar las obras sin que hubiera un cambio legal del suelo
rústico y protegido para que se pudiera edificar la urbanización y declarar esa
isla fuera de la zona de protección, en una zona que no es natural, porque un
pantano es una parte de Extremadura modificada por el hombre. Sin duda alguna,
esta sentencia supone tirar por la borda una enorme inversión en una gran
infraestructura turística que beneficiaba a la comarca donde está situada y en
la que se han creado cerca de 300 puestos de trabajo.
Paca Blanco, la Coordinadora de
Ecologistas en Acción ha declarado que con esta sentencia ha ganado toda la
sociedad extremeña y que hay que dejar el terreno como estaba. Pues, bien, el
catedrático de ordenación del Territorio, Julián Mora Aliseda le ha respondido
que, en esos terrenos antes baldíos, hoy una ZEPA (Zona Especial de Protección
de Aves) hay ahora colonias de pájaros mucho más numerosas que antes.
Sin duda alguna, los ecologistas
hacen bien, muy bien en defender la naturaleza, pero en su obsesión perjudican
al hombre que está asentado en esa zona. ¡Cuántos puestos de trabajo se van
a destruir! ¿Cuántos “animales” hombres y mujeres tendrán que abandonar sus
zonas, sus hábitats, porque alguien ha protegido ese desierto que era antes, a
la naturaleza protegida y mimada de ahora en lugar de proteger también a la
sociedad para la que dicen trabajar?
Esto es lo verdaderamente
importante. Extremadura es muy extensa y poco poblada, una región que es la más
pobre de España y que tiene una enormidad de territorio protegido. Y eso me parece
bien, pero eso es también un verdadero obstáculo para crear una marca Extremadura
que signifique que, aunque cuidamos lo natural, pero no hemos de desaprovechar
las inversiones que llegan de fuera en cualquier campo que suponga crear puestos
de trabajo y riqueza en la región, tan necesaria en estos días de crisis. Hay
que mimar la naturaleza en la agricultura y en la ganadería y que no venga un analfabeto
ministro, que se dedica a denigrar en el extranjero a la ganadería española.
Hay que mimar las inversiones turísticas que llegan a Extremadura, llámense
Isla de Valdecañas, templo de Buda (que ve también peligrar la inversión por
estar en zona protegida, o las de Elysium en la zona de Castilblanco), sin
olvidarse del aspecto industrial por no dejar poner los paneles solares que
crearían puestos de trabajo.
Lo dicho, si se destruye la
urbanización de Vadecañas, nos costará a los extremeños unos 400 millones de
euros, arruinar una comarca extremeña y dejar en el paro a cientos de personas.
Sin duda, una alegría para los pájaros que cada vez hay más y también una
alegría para los ecologistas. “Enhorabuena”.