Entrevista con Borges en el Hotel Victoria de Palma de Mallorca
El lunes 11 de mayo de 2020 hace “solo”
40 años que el domingo 11 de mayo de 1980 le hice una entrevista al escritor
argentino Jorge Luis Borges. Recuerdo que fue una entrevista en el hotel Victoria
de Palma de Mallorca, hoy Meliá Victoria, mientras desayunaba y junto a mi compañero
Francisco Rubén Ávila, un periodista argentino al que le ayudé a ser español.
Posteriormente me trasladé junto a Borges y su esposa, María Kodama, a Valldemossa,
y pasamos aquella soleada mañana agarrados del brazo y contándonos intimidades
de todo tipo… Publiqué dos entrevistas: Una en el diario Baleares, del que era
readctor y por ahí debe estar en la hemeroteca y otra a través de la agencia de
prensa “Mallorca Press”, que creé como director, junto al periodista de Última
Hora, Pedro Prieto, y el fotógrafo Sergio Rodrigo. Viví en Mallorca desde el 10
de febrero de 1976 hasta el 25 de julio de 1987. Fueron mis comienzos en el
periodismo profesional y a mis 26 años pude entrevistar, entre otros muchos personajes,
al autor de “El Aleph”…
TITULARES:
Borges vuelve a Mallorca después de 60 años
“TUVE UN ENCUENTRO MÍSTICO CON ROBERT GRAVES EN EL PUEBLECITO DE DEIÀ”
“Estoy encantado de que la gente me quiera, pero no de ser célebre; ser célebre es muy incómodo”
El Rey, como el poeta, tiene su destino en la Historia”.
RIVERO (MALLORCA PRESS)
Borges, el joven Borges, como a él
le gusta llamarse, comenzó su desayuno rodeado de algunos argentinos y de este
periodista. Era el único momento libre del día. Don Jorge Luis, pese a su
avanzada edad, (tenía 80 años en el momento de la entrevista) está ágil de
memoria. Recuerda, junto a sus compatriotas, bellos lugares de su Argentina
natal.
“Borges es un joven de 81 años, muy
feliz de haber conseguido el premio de literatura Miguel de Cervantes. Estoy
muy agradecido por ello y, mire por donde, he vuelto de nuevo a Mallorca,
recordando nombres. “Creo recordar, le decía el otro día a María, que (en Palma
de Mallorca) había un paseo que se llamaba Borne. Conocí en su día a Juan
Alomar, hermano de Víctor Alomar (un periodista y político mallorquín de
ascendencia socialista), y a Jacobo Sureda (pintor y poeta mallorquín, de estilo
ultraísta).
Dibujo de Sureda
-
Usted ha pasado unas horas con Robert Graves, (el
escritor inglés afincado en Deià, Mallorca, autor de “Yo, Claudio”)…
-
Estuve con él en
su mundo mágico. Nosotros estábamos en el tiempo y él estaba ya en la eternidad,
en el más allá. Se encontró conmigo, y yo con él de manera mística. Ha escrito
tantos y tan buenos libros y un poema precioso “Alejandro de Macedonia”, un
poema que merecía ser un mito, soñarlo siempre.
Nos pudimos comunicar gracias
a una hija de Graves; hubo una comunicación mágica entre los dos. María puede
decirlo, pero sé que él se dio cuenta de algo; había una mutua atracción. Hace
muchos años que le leo y que le releo, que casi disiento de todas sus
opiniones, pero sé que me agrada.
Y
el maestro se sonríe del sincero ataque que le ha hecho a su admirado Graves.
-
¿En qué disiente usted de Robert Graves?
-
Es uno de los grandes
poetas de la lengua inglesa pese a que tiene que competir con un infinito número
de compañeros
“NINGÚN POLÍTICO ES UN GRAN HOMBRE”
-
En una biografía suya se decía que usted conoció a
grandes hombres políticos de nuestro tiempo: Lenin, Trostki, etc…
-
Los biógrafos son
muy mentirosos. Los políticos no me interesan. No conocí a ninguno de los dos. Me
cuesta pensar que un político sea un gran hombre, muy difícil.
DOS BORGES
-
Ernesto Sábato decía que en Borges hay dos hombres…
-
¡Y no son pocos!
Stevenson también decía que cada hombre es un infinito de hombres. Borges es
único, el de las “Ficciones”.
-
Pero hay otro, el que se afilia al partido conservador…
-
Bueno, yo me he
desafiliado de ese partido y de todos los partidos.
Y, mientras tanto, el camarero va
poniendo el desayuno. El maestro, con su amabilidad, nos deja que asistamos a
su comida. Ni tan siquiera los maestros pueden tener un rato de intimidad (bien
es verdad que había sido él quien me había citado a esa hora tan temprana de la
mañana, las nueve). ¡Tienen tanto que enseñar! ¡Tenemos tanto que aprender de
ellos!
-
Yo estoy en contra
– continuó- del comunismo, del nacionalismo,
del fascismo y de todos los partidos”.
-
¿Se habló de usted que estuvo a favor de los
judíos en la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967?
-
¡Ah, eso ya es
otra cosa! Yo creo que en Occidente todos somos un poco judíos y griegos.
-
Pero en otra ocasión da a entender que elogia la labor
de Pinochet…
-
Bueno, nos había liberado
del comunismo. De todas formas, yo en estos momentos me considero al margen de
la política, aunque eso, desde luego, ¡soy un buen ciudadano argentino! Yo me
opuse, de un modo muy explícito, a Perón. Mi madre, un hermano y un sobrino padecieron
cárcel. A mí me echaron de un modestísimo empleo de la Biblioteca Nacional de Argentina.
Después renuncié al cargo de director que me ofrecían y me dediqué a pronunciar
conferencias… y a aburrir a los demás.
EL ETERNO PREMIO NOBEL
-
¿Acaso sus declaraciones a favor de Pinochet han hecho
que en Suecia no le concedan el Premio Nobel?
-
No, creo que no.
Lo que ocurre es que en Suecia han leído mi obra y, ¡bueno!, ya me entienden…
Siempre
surge en la conversación el Borges humilde. En lugar de maestro, quiere ser un
hombre sencillo. ¡Hay tanto que aprender, incluso, de sus cualidades humanas!
-
Se dice de usted que es un escritor tan exquisito que
sólo puede ser leído por escritores…
-
Cuando yo escribo,
no pienso que va destinado para mayorías o para las minorías. Cuando lo hago es
que siento una necesidad de escribir. Yo, que he sido un escritor barroco,
discípulo de Leopoldo Lugones, actualmente trato de escribir de manera sencilla
y no usar ninguna palabra que no venga en el diccionario, ni usar ni escribir
neologismos, ni arcaísmos. No trato de ser muy moderno no un escritor del siglo
XVII, sino un escritor contemporáneo. No puedo escribir como un español porque
no soy español; no trato de escribir como un argentino, aunque de por vida soy
argentino, sino que intento usar las palabras que puedan ser sentidas
intensamente desde los dos lados del Atlántico.
Y
volvemos, sin querer, al tema político… Le digo que la política activa de un
artista desdora su creación. Él responde:
-
No lo sé; lo
importante no son nuestras opiniones, sino los sueños, las imaginaciones que se
suscitan en nuestra mente. Creo que lo importante, de veras, es el uso que se
hace de las codas, lo que la memoria y el olvido entretejen para crear sueños.
LA SENSIBILIDAD DEL ESCRITOR
-
Hablemos de la sensibilidad del escritor, de la propia
sensibilidad de usted…
- Yo trato de ser continuamente sensible, de sentir en cada momento lo que me ocurre para que ello sea como una masilla para modelar mi propia obra.
-
Dice “trato de ser sensible”, ¿acaso su obra literaria
no es todo sensibilidad?- Yo trato de ser continuamente sensible, de sentir en cada momento lo que me ocurre para que ello sea como una masilla para modelar mi propia obra.
- ¡Ójala lo fuera! Usted es muy cortés, como buen español.
En
alguna ocasión, Borges dijo que él no fue dotado para crear, sino para modelar.
EL “MIGUEL DE CERVANTES”
-
¿Qué ha supuesto en su obra la concesión del Premio Nobel
de las letras hispanas, el Premio Cervantes?
-
Es más que el Premio
Nobel. No sé cómo juzgarán las obras el jurado español, pero me lo han
concedido y sobre todo me han permitido volver a España.
Borges elogió al
Rey don Juan Carlos:
-
Creo que un Rey,
como el poeta, sirve un destino, una historia; no le ocurre como al político que
busca su destino para encumbrarse. Yo soy un escritor que nunca he pensado en
el éxito, ni en el fracaso tampoco.
-
Maestro, ¿qué se siente cuando uno es ya historia viva
de las Letras?
-
Yo creo que ustedes
se han equivocado. Aquí no ha habido más que una equivocación, una generosa
equivocación.
Jorge Luis Borges ha perdido el número de libros
leídos y releídos:
“Sé que son demasiados”.
En Valldemossa nos había dicho a Sergio Rodrigo, el
fotógrafo, y a mí (que se encontraba paseando más adelante con María Kodama,
mientras el maestro, cieguito él, se agarraba de mi brazo) que estaba encantado
de que todos me quisieran, pero que no le gusta se célebre. “Ser célebre es muy incómodo”. Borges había visitado la Cartuja de Valldemossa, donde Chopin
escribiera sus mejores piezas musicales, Allí se reencontraron dos grandes
hombres.
Y el maestro terminó su desayuno. Lentamente, ayudado
por María se marcha del hotel. La ciudad entera de Palma de Mallorca, por medio
de sus más prestigiosos hombres, homenajeó al hombre, al inmortal Jorge Luis Borges.
Antes de levantarme, le pido que me dedique un libro
que había comprado la tarde anterior en una librería propiedad de un amigo mío,
que trabajaba, por entonces, con el Rey don Juan Carlos en el Palacio de Marivent.
Borges, toma mi bolígrafo, me hace una rúbrica sobre la página que le dejo
abierta y ciego, me pone su firma. Aún lo conservo en mi biblioteca: Un
verdadero tesoro.