Ya no recuerdo cuando conocí a mi
buen amigo Apuleyo Soto, cronista oficial de Braojos de la Sierra y de La Acebeda
(Madrid), escritor del libro que ahora estoy leyendo, un hombre que ha recorrido
el río segoviano Cega, de 150 kilómetros que va desde la sierra segoviana de
Guadarrama a morir al padre Duero, cerca de la ciudad de Valladolid, y cuya
contraportada lleva una fotografía mía en la que se ve a este poeta en uno de
los muchos viajes que hemos hecho juntos por esos mundos de Dios.
Es todo un personaje este maestro y
periodista segoviano, hombre de mundo, que mira al mundo a través de la poesía
de lo más cercano, de ahí su trilogía: “Por
el Duratón al Duero, un viaje sentimental”, “A lo largo de río Riaza. Acciones,
reflexiones y pasiones de un viajero solitario”. Y ahora éste, “El Cega Ciego”, calentito, pues salió
de la imprenta el 25 de julio a través de la editorial Oportet, aposentada en
la localidad madrileña de Paracuellos de Jarama.
En el prólogo, Ignacio Sanz dice de
la primera vez que oyó hablar de este tal Apuleyo fue en un original libro de
poemas, junto a poetas de renombre como Vicente Alexaindre, José Hierro, Ángel
González. El reconocido dramaturgo Antonio Buero Vallejo dijo de mi amigo
Apuleyo que “era un niño duende y poeta
con barba y pipa”. El maestro de la dramaturgia comparó las farsas
teatrales del escritor segoviano con la de Casona, Lorca y Valle Inclán.
En sus viajes, Apuleyo no busca a
los demás, sino a sí mismo. Con ello se serena se recoge y se pone a redactar. Por
eso, en una entrevista a la pregunta de: ¿Y goza doblemente del viaje?, el
autor del “El Cega Ciego” responde: Cargado
de cicatrices en el cuerpo y de experiencias en la mente, me siento rebosante
como un pozo y por el brocal de la pluma o la pantalla virgen del ordenador,
vierto las aguas de los conocimientos adquiridos y los sentimientos y emociones
compartidos. Ya sabe, uno es uno y sus circunstancias por orteguiano y por
unamuniano.
Y eso hace en esta obra. Nos deleita
con sus reflexiones poéticas y sus andanzas por este río castellano. Merece la
pena recrearse en él, como nos recreamos una tarde de hace un par de años
leyendo un poema juntos en el pupitre del aula de Antonio Machado allá en
Baeza, o leyó una poesía en la serranía de la ciudad portuguesa de Chaves,
donde encima de una piedra nos deleitó al pequeño y respetable auditorio, en
plena naturaleza, porque al “Hilo de la vida”, Apuleyo saca lo mejor de sí mismo
para regalárselo a los demás.
Un consejo, en esos días de la
pandemia, disfrutará de la obra.
PVP de 20 €, llamando al
91 847 02 25/ o en a.sotopa@hotmail.com
El vate Apuleyo Soto declamando en plena naturaleza portuguesa