El trayecto desde la base hasta arriba dura unos 20 minutos y tiene dos vistas: La de Caracas, soleada y con nubes y la parte que da al mar totalmente cubierta. Es asombroso, pero en la cima llueve todos los días, me cuenta Simón do Rey, hijo de un portugués nacido en la isla de, y guía turístico puesto a nuestra disposición.
Paseamos por la cima hasta el hotel Humboldt, que nos abre para visitar sus magníficos salones y un mural trabajado por un artista catalán, inspirado en la obra del Parque Güell de Dalí. Da pena ver cerrado esta magnífica obra construida en tiempos del dictador Marcos Pérez Jiménez. Se trata de una construcción típica de los años 50. Con decoración de la misma época y que conserva el gran salón y el salón Mucurubá, donde la insigne Celia Cruz, venía a cantar todos los años. Era el lugar de moda de la Caracas de los 50 y 60.
Desde que está Chavez en el poder y se promulgó la constitución bolivariana, el teleférico fue expropiado a los dueños de Globovisión actualmente en la oposición, abriéndolo a las clases populares por muy poco precio la entrada, cuando no gratis total, me cuenta al regreso una de las trabajadoras del complejo y que conoce muy bien España al haber pasado su infancia en ella al haber sido su padre un diplomático venezolano.