Málaga se ha convertido en unos años
en una ciudad cultural, en la tercera más importante de España después de
Madrid y Barcelona. A fe que lo ha conseguido tras instalarse aquí el Museo
Picasso, la nueva sede del Thyssen., o recientemente el Museo Ruso de San Petersburgo
o el recién inaugurado Centro Pompidou.
El viajero ha tenido en esta ocasión
de conocer este último centro de la cultura malacitana, inaugurado la semana
pasada por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; la ministra de Cultura de
Francia, Fleur Pellerin; el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre y Alain
Seban, presidente del Centro Pompidou de París.
El titular del diario Sur decía que “la inauguración del centro francés en el Muelle
Uno encumbra la potencia cultural de la ciudad” y un visitante del museo
declaraba al periódico, con acierto, que
“Málaga prefiere destacar por el turismo
cultural y no por el turismo de botellón de otras ciudades”, en algo que
estamos totalmente de acuerdo.
Visité el Centro Pompidou en la
tarde del Viernes Santo, antes de acercarme a ver las procesiones de Semana
Santa; hay tiempo para todo.
Al llegar al Muelle Uno, destaca el
famoso cubo de cristales de colores. Se entra al museo por la parte baja que
uno pudo visitar gratuitamente por ser periodista. Tras bajar una rampa, se
encuentra uno enfrente con la indicación que hay que comenzar la visita por la
izquierda, pero a derecha se encuentra la parte central del museo, a la que llaman
“Metamorfosis”, con una magna muestra de figuras sentadas y realizadas a base
de papel albal, exposición que se complementa con un enorme cuadro de Picasso,
una pareja desnuda con grandes atributos sexuales, remarcando el azul
picassiano con tinta negra.
En el programa se cuenta que “Picasso revolucionó el género del retrato”
y allí mismo hay un pequeño retrato de Frida Khalo, la amante y compañera del
pintor mexicano Diego Rivera, de la que tuve el gusto de conocer su museo en la
ciudad mexicana de Cuernavaca, a la que llaman la ciudad de la eterna
primavera, sitiada en el camino de la capital a Acalpuco por Taxco y a la que
denominan turísticamente “la Ruta del Sol”. Este objeto artístico, expuesto en
Málaga, es un retrato de Frida Khalo, fechado en 1938 y titulado “El marco”, un
óleo sobre aluminio y pintura bajo vidrio. Y allí, cercana. una gran estatua de
Joan Miró, al que no pude conocer en Mallorca el día que inauguraba su estatua
“El Pájaro” enfrente de la Fundación Bartolomé March y desde siempre los turistas
se fotografían junto a ella; muy cerca está la escultura movediza de Calder.
Cuando “conocí” a Miró estaba en su caja de enterramiento a un metro escaso de
mí. Fue el mismo día de su funeral de “corpore insepulto”, en presencia del
entonces ministro de Cultura, Javier Solana.
Y un poco más allá, la estatua de uno de los más
sobresalientes escultores del siglo XX, el rumano Constantino Brancusi, del que
he conocido en su ciudad natal, Tirgu Jiu, su obra más adecuada, la mesa y la
puerta de entrada, más su espiral que gira hacia el cielo. Toda una maravilla
del arte moderno.
Repaso en mi memoria las obras delos
autorretratos de René Magritte o la obra “Las piernas” de Antoni Tapies. Me
chocó una sencilla obra a base de espejos que muestran tu propia imagen, según
elijas el espejo que está formado por singulares piezas, como me chocó las
imágenes de una cara hablando desde una parte alta o bien la joven tirada en el
suelo haciendo un diálogo similar. Sin duda, son obras singulares.
Merece la pena visitar este museo, que
epata por su singularidad, y modernidad.