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lunes, 19 de agosto de 2013

Una visita al Museo de la Alboranía


 




          

 

Este puente de la Asunción lo he ido a pasar a Málaga, a donde voy desde hace años por estas fechas. Coincidí en el AVE con el economista Ramón Tamames, al que saludo de vez en cuando en la Cafetería Elba de Madrid, donde se comen unos riquísimos churros. Hablamos de ella y también de su cuarta vuelta al mundo, le digo que estoy detrás de la celebración del V Centenario del Descubrimiento del Pacífico por mi paisano Núñez de Balboa y se me quiere sumar, a pesar de que ya está organizando una conferencia sobre los grandes descubridores del Pacífico en Sidney (Australia).

 

Pues bien, tras pasar una jornada en la Feria de Día de Málaga y cruzar  la llenísima y ruidosa calle Larios, el viajero se refugia en la terraza del Hotel Málaga Palacio, de la cadena AC hoteles by Marriot. Por cierto los hoteles AC que se expanden por España y Portugal, van abrir más de 90 hoteles en los Estadios Unidos, dada la calidad de su servicio y atención al cliente, decía una noticia turística que publicó la agencia Europa Press.

         Una cocina a la carta, moderna y agradable y… por cierto nada cara. Un gazpacho de sandía, un mil hojas de foie de oca y una torta con solomillo y café brie, excelente, en el restaurante del piso 15 para tomar un café con hielo en la terraza desde donde había unas vistas magníficas a Gibralfaro, donde se halla el Parador de Turismo y la alcazaba,  y especialmente al puerto, donde vi salir un precioso velero de tres palos: el Sea Cloud II.

         Y tras el agotamiento de los festeros malagueños que se trasladaban hasta la isla de paz que era la terraza del Málaga Palacio decidí bajar al Muelle Uno. Eran poco más de las seis de la tarde cuando los novilleros que iban a hacer su paseíllo esa tarde a las 19 horas (cinco de la tarde hora solar y taurina), esperaban tensos a que el coche les llevara hasta el coso de la Malagueta. Les fotografié, como lo hice con la magnífica imagen del maestro El Juli, que preside el vestíbulo de este hotel tan taurino.

 

         El Muelle Uno estaba vacío de personal por encontrarse todos en la feria. Un grupo musical cantaba al dios Changó en el Rincón Cubano,  a base de música caribeña y gran volumen. Y paseando por lo que llaman el Gran Palmeral descubro el Museo Alboranía:  www.museoalborania.com

 

         Me recibe Paco Pinto, el encargado, quien amablemente me explica cómo es el museo y cómo está distribuido para que los visitantes puedan recorrerlo por sí solos. Me cuenta que al cabo del año reciben a numerosos escolares que descubren las especies marinas que pueblan este Mar de Alborán, cuyo territorio discurre entre las costas españolas y marroquíes y desde el Estrecho de Gibraltar hasta la Sierra de Gata en Almería. Francisco José Pinto de la Rosa es autor de un libro titulado “Los tiburones del Mar de Alborán”, y cuenta cómo él ha nadado con los peligrosos animales de esta especie.

 

         Muestra la enorme cantidad de tiburones que hay en este espacio marino, algo que llama poderosamente la atención, ya que este territorio era en tiempos geológicos antiguos un verdadero desierto, cuyo pico más alto es hoy la isla de Alborán (isla española entre nuestro país y Marruecos), abriéndose un canal de agua desde el Océano Atlántico y que inundó ese enorme valle que hoy conforma el Mar Mediterráneo.

 

         La visita es muy instructiva para jóvenes y sobre todo para adultos. Es un continuo vaivén de visitantes, que hace el lugar muy agradable y desde cuyo balcón se divisa a lo lejos la farola de la ciudad, verdadero símbolo de Málaga. Al final de la exhibición se muestran peces vivos en estanques. Una visita muy, muy recomendable.