Estoy en pleno viaje por el estado brasileño de Paraná.
He venido para participar como ponente en el XV Congreso Internacional de
Turismo Religioso y Sostenible y que ha contado con el apoyo del Skal Internacional de Madrid. Una vez concluido, con gran éxito de público y
de participantes de Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Honduras y España, nos
dirigimos en un singular y magnífico autocar de piso alto, de la empresa Dionetur, que ha sufrido un pequeño
problema técnico y hemos tenido que parar frente una precios iglesia de estilo ucraniano cundo
vamos de camino desde la ciudad Guarapuava hasta las cataratas de Iguazú. El
autobús era magnífico con grandes distancias entre asientos, dos en la parte
izquierda y uno solo en la derecha, con un reclina pie que lo convertía en
cama. También se ofrecían mantitas por si uno se quedaba frío con el aire
acondicionado, Como complemento poseía un cuarto de baño con retrete y lavabo. Se
añadía la oferta el wifi que era casi permanente en la larga vía de más de 400
kilómetros que une Guarapuava con Foz. El conductor, un gran profesional.
En la carretera que une la ciudad bicentenaria de Guarapuava
hasta Foz de Iguazú, nos encontramos de todo, Solo hay que observar, de manera
positiva, con ojos curiosos. Es una carretera muy transitada con grandes
camiones con grandes remolques que entorpecen la circulación de los autobuses y
lo coches ligeros. Me recordaba la España de los años 70. Pero lo más curioso
en Brasil es que en una carretera, buena eso es verdad, pero de dos carriles
hay que abonar varias veces peaje, como si fuera una autopista de pago.
Lo primero que llama la atención en este tramo de
carretera es la gran cantidad de araucarias piñoneras, un árbol típico del
estado brasileño de Paraná que ofrece unos piñones tan grandes como un dedo de
adulto, que se venden a los viajeros en los numerosos puestos de la vía. Probé
uno y estaba estupendo (no puedo decir exquisito, porque la palabra “exquisito”
que en español es lo mejor; en portugués es algo ínfimo, negativo, malo. Para
lo bueno en lengua portuguesa hay que decir que es “óptimo”).
En cierta ocasión viajé por el estado mexicano de
Chihuahua con un grupo de periodistas internacionales, entre ellos una
fotógrafa norteamericana, me dio un consejo que me ha sido muy útil: “Aunque parezca mentira, tire fotografías
desde el coche, muchas de ellas no sirven para nada, pero otras son asombrosamente
buenas y pueden ser usadas en un reportaje”. Me vino esto a la memoria cuando
realizaba mi desplazamiento desde Curitiba hasta Guarapuava, donde tuvo lugar
el XV Congreso de Turismo Religioso y Sostenible, del que hablaremos en otro
momento y desde aquí hasta Foz de Iguazú y vuelta.
El paisaje, ondulado, está lleno de cosechas cerealistas,
como trigo, soja, avena y cebada, que produce una excelente cerveza en Guarapuava,
donde recomiendo la singular cervecería Jordana, con nueve clases distintas de cervezas
artesanas de distintos grados de amargor y graduación. Tuve la suerte de
saludar al joven dueño que me recomendó algunos de sus productos.
A unos 100 kilómetros de Curitiba, en la carreta BR 277,
kilómetro 33, se encuentra un singular restaurante complejo hotelero, que lleva
por nombre Anila, donde paré a la ida, en un coche pequeño, y a la vuelta en un
autobús. Anila no era nada en 1992, solo un campo de labor; hoy es un magnifico
complejo de termas, restaurante de gastronomía de la región, tiendas de
productos típicos, de arquitectura alemana, no en balde la zona está poblada
por descendientes germanos, polacos, ucranianos, etc. www.anila.com.br
Dos asuntos más de este tramo de carretera de “solo” unos
700 kilómetros. El primero es que, entre Curitiba, la capital del estado de
Paraná, de unos tres millones de habitantes y Guarapuava, hay una población que
se llama Irati, recordándome a la navarra Selva de Irati, el segundo hayedo más
extenso y mejor cuidado de Europa, tras la Selva Negra alemana, en cuyo término
de esta localidad brasileña, está la enorme imagen de la Nuestra Señora de
Gracia.
La segunda cosa que me llamo la atención fue una enorme
cabaña de telones azulados y en el que habita desde hace unos 40 años un
brasileño que debe rondar los 60, pero que vive de la caridad pública de lo que
le dejan los viajeros. Su fama ha recorrido el estado y has sido entrevistado
por los periódicos locales, me informa un brasileño que se dirige conmigo en el
viaje de vuelta en el autobús que nos lleva ya hacia España, concretamente desde
Guarapuava hasta el aeropuerto de Curitiba para tomar el avión desde Sao Paulo
a Madrid.
Ya en Curitiba disfruté, acompañado de la excelente profesional que es Yvete Fagundes, www.ivetur.tur.br de la singular arquitectura del
Museo Oscar Niemeyer, un arquitecto brasileño seguidor de las ideas de Le
Corbusier y uno de los grandes del siglo XX. Él había programado y diseñado este
museo, una verdadera joya, así como ñla catedral de Brasilia o el Parlamento de
Brasil en su nueva capital; la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro,
un icono ruso que se celebra el 27 de junio, el mismo día de mi nacimiento y
también el singular restaurante Madalosso, en el barrio de origen italiano
Felicidade, que es el más grande de todo América, con más de 4.600 plazas,
superado solo por uno de Singapur. https://www.youtube.com/watch?v=qgKpuJE36jc
1 comentario:
Atender este grupo de palestrantes internacionais foi gratificante. Gratidão.
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