El martes pasado tuve ocasión de ser espectador de uno de los más hermosos recitales de música hispanoamericana que haya visto y oído en mi vida. Se trata de la actuación del coro y orquesta de San Ignacio de Moxos (Bolivia), un grupo fundado por la ursulina María Jesús Echarri, quien viene trabajando con más de 200 jóvenes en la Escuela de Música de San Ignacio de Moxos.
Este pueblo boliviano ha sabido mimar la música que le llevaron hasta allí los misioneros españoles en el siglo XVI. Miguel de la Quadra Salcedo, hombre enamorado de la América Hispana, y que estaba delante de mí en el concierto celebrado en la catedral de la Almudena, me dijo que había descubierto este pueblo en 1960 y que ha ayudado a que la UNESCO, cuando la dirigí Federico Mayor Zaragoza, le diera unos presupuestos con los cuales han recuperado manualmente los papeles de música de las partituras originales.
Ahora esas mismas piezas las interpretan unos jóvenes con voces angelicales y con manos expertas para tocar sus propios instrumentos, pues ellos mismos los construyen.
Oiga, una maravilla.
El grupo ya ha intervenido en la localidad alemana de Lebach, con gran éxito. Aquí lo trajo mi buen amigo Miguel Bordejé, un santo varón que es capaz de irse a América - le conocí hace más de 15 años en Cuba- para que todos podamos escuchar la interpretación tan singular. El final fue apoteósico, pues los integrantes con elegantes ropas y tocados indígenas nos escombraron de cómo interpretaban villancicos y su singularísima Semana Santa.
Miren algunos adjetivos que iba escribiendo en las piezas: Asombrosa entrada el canto de Señora Doña María; extraordinario el canto guaraní de "Tata guasu"; bonitas voces en "Iesu corona vírginum". Muy alegre y dinámica la interpretación de la sonata XVIII. Preciosas voces en el "Beatus vir"; magníficamente interpretada la pieza "Ychepe flauta". ¡Qué bonitas las piezas idígenas!.
Una verdadera joya la interpretación. Aún estoy asombrado de sus voces y de su música, tanto que mientras escribo esto tengo puesta sus canciones pues les compré el CD del que ya han vendido más de 25.000 copias. ¡Mi enhorabuena!
Este pueblo boliviano ha sabido mimar la música que le llevaron hasta allí los misioneros españoles en el siglo XVI. Miguel de la Quadra Salcedo, hombre enamorado de la América Hispana, y que estaba delante de mí en el concierto celebrado en la catedral de la Almudena, me dijo que había descubierto este pueblo en 1960 y que ha ayudado a que la UNESCO, cuando la dirigí Federico Mayor Zaragoza, le diera unos presupuestos con los cuales han recuperado manualmente los papeles de música de las partituras originales.
Ahora esas mismas piezas las interpretan unos jóvenes con voces angelicales y con manos expertas para tocar sus propios instrumentos, pues ellos mismos los construyen.
Oiga, una maravilla.
El grupo ya ha intervenido en la localidad alemana de Lebach, con gran éxito. Aquí lo trajo mi buen amigo Miguel Bordejé, un santo varón que es capaz de irse a América - le conocí hace más de 15 años en Cuba- para que todos podamos escuchar la interpretación tan singular. El final fue apoteósico, pues los integrantes con elegantes ropas y tocados indígenas nos escombraron de cómo interpretaban villancicos y su singularísima Semana Santa.
Miren algunos adjetivos que iba escribiendo en las piezas: Asombrosa entrada el canto de Señora Doña María; extraordinario el canto guaraní de "Tata guasu"; bonitas voces en "Iesu corona vírginum". Muy alegre y dinámica la interpretación de la sonata XVIII. Preciosas voces en el "Beatus vir"; magníficamente interpretada la pieza "Ychepe flauta". ¡Qué bonitas las piezas idígenas!.
Una verdadera joya la interpretación. Aún estoy asombrado de sus voces y de su música, tanto que mientras escribo esto tengo puesta sus canciones pues les compré el CD del que ya han vendido más de 25.000 copias. ¡Mi enhorabuena!
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