25 de julio de 2008.
Cualquiera lo diría: Una playa paradisíaca en Málaga, a escasos 30 kilómetros de la capital. He pasado la mañana del sábado 26 de julio, día de Santa Ana y de San Joaquín, en esta preciosa tierra y he disfrutado paseando en una playa que conserva todavía buena parte de la virginidad del litoral malacitano. Yo la he disfrutado, y con ello basta. Creo que estas cosas buenas hay que saberlas guardar. Felicito a las personas que con mimo y dedicación conservan aún este terreno casi como saliera de la mano del Creador. Un club con piscina, lleno, a rebosar, de gente y un huerto, vacío, con un antiguo invernadero al lado. Un poco más allá unos cañaverales y aun más lejos chalets en primera línea de playa llenos de turistas ávidos de sol, arena y mar.
Uno en su deseo de permanecer solo o con poca gente al lado disfrutaba a más de 400 metros del gentío en un terreno casi salvaje y que me recordaba, salvando la distancia, a la playa del Fin del Mundo en la exótica isla china de Hainán y todo ello sólo a 30 kilómetros del centro de Málaga capital. Ahora, averigüen ustedes donde está.
El almuerzo fue en el simpático restaurante de Miguelito el Cariñoso, en la playa de Pedregalejo, ya en la ciudad de Málaga, un restaurante lleno de gente que gusta de saborear productos de la tierra. Unos tomatitos con ajo y buen aceite, unas exquisitas coquinas, unas sardinitas asadas al espeto y un maravilloso pargo, un pez pescado en el fondo del mar y para nada de piscifactoría. Un buen almuerzo para un buen día.
Muy recomendable también es el bar del hotel Cohiba, en el paseo marítimo de Pedregalejo, donde ponen un buen mojito y una excelente piña colada. El personal es simpático y amable que tiene siempre buna palabra risueña para el cliente y que te llena de chucherías para compartir: cacahuetes, palomitas, gominotas y demás. El hotel, encima del bar, parece ser muy interesante, con pocas pero muy bien decoradas habitaciones insonorizadas por completo.
La jornada concluyó tomando un rico helado de Lauri, casa fundada en 1952 y que es toda una institución en esta barriada de chalés de la clase media malagueña y situada junto a la barriada a de pescadores que en la noche de Santiago aún seguían celebrando con una fiesta flamenca de cante y baile, las fiestas de Nuestra Señora del Carmen, patrona de los marineros. Sin duda, fue una jornada muy agradable y con maravilloso ambiente.
Cualquiera lo diría: Una playa paradisíaca en Málaga, a escasos 30 kilómetros de la capital. He pasado la mañana del sábado 26 de julio, día de Santa Ana y de San Joaquín, en esta preciosa tierra y he disfrutado paseando en una playa que conserva todavía buena parte de la virginidad del litoral malacitano. Yo la he disfrutado, y con ello basta. Creo que estas cosas buenas hay que saberlas guardar. Felicito a las personas que con mimo y dedicación conservan aún este terreno casi como saliera de la mano del Creador. Un club con piscina, lleno, a rebosar, de gente y un huerto, vacío, con un antiguo invernadero al lado. Un poco más allá unos cañaverales y aun más lejos chalets en primera línea de playa llenos de turistas ávidos de sol, arena y mar.
Uno en su deseo de permanecer solo o con poca gente al lado disfrutaba a más de 400 metros del gentío en un terreno casi salvaje y que me recordaba, salvando la distancia, a la playa del Fin del Mundo en la exótica isla china de Hainán y todo ello sólo a 30 kilómetros del centro de Málaga capital. Ahora, averigüen ustedes donde está.
El almuerzo fue en el simpático restaurante de Miguelito el Cariñoso, en la playa de Pedregalejo, ya en la ciudad de Málaga, un restaurante lleno de gente que gusta de saborear productos de la tierra. Unos tomatitos con ajo y buen aceite, unas exquisitas coquinas, unas sardinitas asadas al espeto y un maravilloso pargo, un pez pescado en el fondo del mar y para nada de piscifactoría. Un buen almuerzo para un buen día.
Muy recomendable también es el bar del hotel Cohiba, en el paseo marítimo de Pedregalejo, donde ponen un buen mojito y una excelente piña colada. El personal es simpático y amable que tiene siempre buna palabra risueña para el cliente y que te llena de chucherías para compartir: cacahuetes, palomitas, gominotas y demás. El hotel, encima del bar, parece ser muy interesante, con pocas pero muy bien decoradas habitaciones insonorizadas por completo.
La jornada concluyó tomando un rico helado de Lauri, casa fundada en 1952 y que es toda una institución en esta barriada de chalés de la clase media malagueña y situada junto a la barriada a de pescadores que en la noche de Santiago aún seguían celebrando con una fiesta flamenca de cante y baile, las fiestas de Nuestra Señora del Carmen, patrona de los marineros. Sin duda, fue una jornada muy agradable y con maravilloso ambiente.
1 comentario:
Donde está por favor!?
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