Cáceres, 8 de febrero de 2008.
He disfrutado de una magnífica cena en el restaurante de mi paisano, el cacereño Eustaquio Blanco. Se trata de un nuevo local, lejos de aquel típico situado en la plaza de San Juan y que toda Extremadura conoce como el Figón de Eustaquio. Su hija Nerea le hada dado al nuevo establecimiento, situado en la Avenida Ruta de la Plata, en el edificio Zigurat, un toque de decoración minimalista, con mucho blanco y una bella panorámica sobre el Parque del Príncipe.
Pero sin duda alguna, el cuidado los detalles, con ser importante, no es lo principal en un restaurante. Aquí las formas y la atención al cliente son elementos identificativos, pero el sumum es el gusto por la buena cocina: Unos entrantes a base de foie y también paté con cierta reminiscencia al sabor del pimentón de la Vera; unas tencaz a la broceña o unas habitas dan el toque a una cena frugal, acompañándola con un vino joven de la marca Payva y se cierra con un postre demnominado "sabañón con higo de Almoharín". Sin duda, una buena cena para un lugar elegante y con prestancia. Mañana a trabajar como miembro del jurado del III Concurso de Gastronomía de Cáceres, pero esto es ya otra historia.
He disfrutado de una magnífica cena en el restaurante de mi paisano, el cacereño Eustaquio Blanco. Se trata de un nuevo local, lejos de aquel típico situado en la plaza de San Juan y que toda Extremadura conoce como el Figón de Eustaquio. Su hija Nerea le hada dado al nuevo establecimiento, situado en la Avenida Ruta de la Plata, en el edificio Zigurat, un toque de decoración minimalista, con mucho blanco y una bella panorámica sobre el Parque del Príncipe.
Pero sin duda alguna, el cuidado los detalles, con ser importante, no es lo principal en un restaurante. Aquí las formas y la atención al cliente son elementos identificativos, pero el sumum es el gusto por la buena cocina: Unos entrantes a base de foie y también paté con cierta reminiscencia al sabor del pimentón de la Vera; unas tencaz a la broceña o unas habitas dan el toque a una cena frugal, acompañándola con un vino joven de la marca Payva y se cierra con un postre demnominado "sabañón con higo de Almoharín". Sin duda, una buena cena para un lugar elegante y con prestancia. Mañana a trabajar como miembro del jurado del III Concurso de Gastronomía de Cáceres, pero esto es ya otra historia.
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