He tenido la oportunidad de asistir a las Oficios Divinos del Jueves Santo en la iglesia de la Asunción de mi pueblo natal de Hinojal, situado en la comarca cacereña de los Cuatro Lugares.
Este templo, a pesar de su aceptable restauración, conserva, conserva aún preciosos restos artísticos en la parte del altar mayor y de su principal puerta de entrada. Esta construcción arquitectónica se cree que tiene sus comienzos en el siglo XVI, cuando la aldea dependía de los Condes de Alba y Aliste, cuyo origen son las tierras zamoranas y que se aposentaban en su palacio de la Plaza Mayor de Garrovillas de Alconétar, hoy reconvertido en una magnífico establecimiento hotelero adscrito a la red de Hospedería de la Junta de Extremadura.
Tras la misa mayor del Jueves Santo y la exposición del Santísimo en el altar levantado al efecto, el cura dijo que a las nueve salía la procesión con varios pasos como Cristo con la Cruz a cuesta, el Crucificado y la Madre Dolorosa, pero antes para no perder la costumbre José Mari Díaz Moreno, hombre que cultiva las tradiciones del lugar, ha convencido al alcalde, Teófilo Durán para que Evaristo Méndez Moreno, que vive en Getafe, construya como dos docenas de matracas y se dediquen a tocarlas por las calles del pueblo. Para los que no conozcan las matracas es un instrumento de madera donde girándolo se golpean unas arandelas de hiero, produciendo un ruido similar al del crotoar de las cigüeñas. En las Cuatro Esquinas de la calle de la Cruz, muy cerca del número 45, donde nació el autor de estas letras y muchos miembros de mi familia, se han puestos sentado sobre ellas para cantar unas canciones típicas de la Semana Santa hinojaliega. ¡Bello no perder esas tradiciones!
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