25 de mayo de 2009
Fue una verdadera aventura llegar desde Madrid a Vilna. Me había levantado a las 7 de la mañana y cuando me metí en la cama eran las dos de la madrugada, tras tres saltos por el aire desde Madrid, hasta Barcelona, hasta Riga y hasta Vilna, con dos retrasos en Barcelona por la niebla y en Riga por perder el avión, Aquí estuve varado en el pequeño aeropuerto como unas tres horas.
Se compensó, en parte, por el bello día que tuvimos en Europa y disfruté mirando por la ventanilla del avión, los Alpes, las llanuras polacas llenas de pequeñas propiedades agrícolas, el lago de Curlandia, que separa Lituania de Bielorrusia y finalmente los enormes campos letones con amarillos cultivos que asemejaban a campos de girasol, vistos desde el avión de Air Baltic http://www.airbaltic.com/ .
Un detalle curioso. Eran las 10 de la noche y no se había puesto el sol; salimos a las 11 y desde mi ventanilla pude ver el resplandor del anochecer. En Vilna, en el precioso hotel Narutis, en la calle Pilies, 24 (calle del Castillo), http://www.narutis.com/ me han ofrecido una preciosa y coqueta habitación enfrente de uno de los símbolos de la ciudad: la torre de la iglesia de los Santos Juanes, que vi iluminada de noche y, como me dijeron, a las cuatro de la mañana amanecía y pude verla en su esplendor y soleada a las siete de la mañana. Son las ocho y cuarto y sigue preciosa, ahí, delante de mi gran ventanal. El hotel es muy recomendable.
El día comienza y vamos a ver qué nos depara esta jornada por las viejas calles del casco histórico de Vilna, declarado Patrimonio de la Humanidad.
Fue una verdadera aventura llegar desde Madrid a Vilna. Me había levantado a las 7 de la mañana y cuando me metí en la cama eran las dos de la madrugada, tras tres saltos por el aire desde Madrid, hasta Barcelona, hasta Riga y hasta Vilna, con dos retrasos en Barcelona por la niebla y en Riga por perder el avión, Aquí estuve varado en el pequeño aeropuerto como unas tres horas.
Se compensó, en parte, por el bello día que tuvimos en Europa y disfruté mirando por la ventanilla del avión, los Alpes, las llanuras polacas llenas de pequeñas propiedades agrícolas, el lago de Curlandia, que separa Lituania de Bielorrusia y finalmente los enormes campos letones con amarillos cultivos que asemejaban a campos de girasol, vistos desde el avión de Air Baltic http://www.airbaltic.com/ .
Un detalle curioso. Eran las 10 de la noche y no se había puesto el sol; salimos a las 11 y desde mi ventanilla pude ver el resplandor del anochecer. En Vilna, en el precioso hotel Narutis, en la calle Pilies, 24 (calle del Castillo), http://www.narutis.com/ me han ofrecido una preciosa y coqueta habitación enfrente de uno de los símbolos de la ciudad: la torre de la iglesia de los Santos Juanes, que vi iluminada de noche y, como me dijeron, a las cuatro de la mañana amanecía y pude verla en su esplendor y soleada a las siete de la mañana. Son las ocho y cuarto y sigue preciosa, ahí, delante de mi gran ventanal. El hotel es muy recomendable.
El día comienza y vamos a ver qué nos depara esta jornada por las viejas calles del casco histórico de Vilna, declarado Patrimonio de la Humanidad.
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