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domingo, 31 de mayo de 2009

Paseando por Nida


29 de mayo de 2009

Visitar Nida es recordar la estancia del escritor alemán Thomas Mann en la zona, cuando en los veranos de 1930 a 1932 los pasó aquí con su familia. Aún se conserva su casa reconvertida en un museo y en centro de estudios literarios.

Es casi una obligación visitar el Museo del Ámbar, una de las joyas naturales de esta zona, mostrando la belleza de este material reconvertido en joyas, anillos u otros objetos de uso lujoso, incluso se aconseja para añadirlo a las bebidas alcohólicas (aguardiente que toma su color) o bien convertido en polvo para dar masajes de gran energía y muy salutífero.

Pero sin duda alguna el gran encuentro con la naturaleza se realiza desde las alturas de la duna donde se halla un enorme reloj de sol, verdadero monumento a la belleza del lugar, considerado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Estar aquí solos recarga las energías que se pierden por el trabajo y la rutina diaria. Es algo que llega a lo más profundo de la persona y es capaz de devolver la fortaleza a los débiles y la serenidad de espíritu a los inquietos y desasosegados.

Un viaje en barco acercándose a esa zona de dunas es un encuentro con algo que enamora el alma y ensancha el espíritu por el contacto directo con el mar y con la tierra. El barco se acerca a las aguas limítrofes de Rusia, pues el lago de Curonia se comparte por el sur con Kaliningrado. Estas dunas son tan atractivas que algunos las llaman el desierto del Sahara del norte de Europa.

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