La virtud no está de moda; el amor a la pobreza, tampoco. Ayer se le tributó un honradísimo homenaje en el Ateneo de Madrid al padre Leocadio Galán, fundador de la Esclavitud de María y de los Pobres. Fue un cura de pueblo, que dejo su parroquia para entregarse a lo que más quería: La Virgen y los pobres.
Y esto es así porque desde que tuvo ese ardor y ese amor se dedicó a cuidar y dar de comer a los niños pobres de los años del hambre de la postguerra española, sin importarles de quienes eran hijos, si de un bando o de otro. Sólo miraba a los niños.
Con el tiempo amplió su actividad a los que nadie quería, a los necesitados. A los pobres, a los ancianos sin familia. Su ideal de amor se concretaba en Pan, Formación y Caridad. Ese era su lema, que amplió con otro más espiritual: “Tú para mí, Señor, y yo para los demás”. Él quería la pobreza, no la miseria, porque la pobreza ha de ser limpia, ordenada, alegre.
Yo tuve el gusto de conocer en Cáceres al padre Leocadio, como le conocíamos. Un hombre alto, con gran energía, que llegaba de Alcuescar (Cáceres), para dar a los jóvenes estudiantes de la capital unas charlas espirituales, pero llenas de sabiduría. Sus hijos, distribuidos por Extremadura, Andalucía y Castilla La Mancha, mantienen – yo no sé cómo- a cientos de desvalidos, ancianos, impedidos, tontinos y gente que nadie quiere. El Padre Leocadio de Extremadura, para que ustedes entiendan, es como la Madre Teresa de Calcuta. Hoy la iglesia le considera Siervo de Dios y cuando se decida, llegará a ser santo. Para muchos era un santo varón.
El homenaje, organizado por mi buen amigo Rafael García – Plata (estoy seguro que no quiere que se diga su nombre, pero las cosas buenas hay que decirlas y publicitarlas, ya que hay tantas y tantas cosas malas que se dicen por el mundo, que las buenas hay que difundirlas), se celebró en el aula magna del Ateneo de Madrid, presidido por los retratos de los intelectuales españoles, entre ellos dos extremeños: Moreno Nieto y Donoso Cortés. Pues bien, allí intervinieron el periodista José Julián Barriga, y el que fuera obispo de la Diócesis de Coria – Cáceres, y hoy obispo de Albacete, don Ciriaco Benavente. Presentó a los conferenciantes el padre prior de la Institución “Esclavos de María y de los Pobres”, Francisco Javier Roero Suárez. El acto se cerró con un concierto a cargo de la coral del Hogar extremeño de Madrid, que fue muy aplaudida por el numeroso público asistente.
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