Ayer el Auditorio Nacional de Música se vistió de gala para
recibir a la Orquesta Mozart que, dirigida por el maestro Claudio Abbado, interpretó
piezas de Beethoven y Mozart. Un gran éxito. Tanto que al final tuvo que salir
cuatro veces, hacer un bis y ser aplaudido por más de diez minutos. El público
se le entregó.
La dirección de Abbado es elegante, con clase, un hombre que
ha sabido mezclar el espíritu y la exquisitez de jóvenes de Europa, Cuba y
Venezuela, sacándolos de lugares peligrosos y elevándolos a maestros de notas
musicales. Alguien a mi lado dijo: ¡Qué orquesta tan divertida!
La obertura “Leonora II” de Beethoven fue una magnífica
representación; el maestro Abbado sin partitura supo llevar a la orquesta por
lugares maravillosos para que el respetable disfrutara. La segunda parte estuvo
a cargo del solista onubense Lucas
Macías Navarro que interpretó magistralmente la pieza “Concierto para oboe en
do mayor”, de Mozart. Tanto gustó que tuvo que salir a saludar hasta tres
veces.
Y tras el descanso, la Sinfonía número 4 de Beethoven. Una
vez más, el maestro italiano, con su genial manera de conducir, supo sacar lo
mejor de tan dispar conjunto de 75 maestros. El público lo agradeció, el
silencio era total. Fue una noche de gala en el Auditorio Nacional de Música.
Mereció pagar los 179 euros de la entrada, aunque en mi caso fuera un regalo, el mejor regalo que se le puede hacer
a una persona. Sencillamente, gracias.
Más información sobre el ciclo en: www.ibermusica.es
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