El viajero se ha convertido en turista, casi en un
“guiri”, y ha pasado una deliciosa velada en el Café de Chinitas, en la Calle Torija, número 7, de Madrid,
enfrente del Senado. Es el espectáculo
flamenco por excelencia de Madrid. Por allí han pasado algunos reyes, como don
Juan Carlos, la Reina doña Sofía o el rey Hassan II de Marruecos, incluso el
presidente Clinton, quien siendo mandatario de los Estados Unidos se alojó en
el hotel Miguel Ángel y a quien, por motivos de seguridad, lo metían al edificio por la cocina.
A la entrada me encuentro con un dibujo-caricatura del
maestro Julio Vieira, al que me unía buena amistad durante mi estancia en
Mallorca y que me regaló una caricatura que está entre mis objetos personales.
El tablao y restaurante fueron decorados por el estilista portugués Duarte Pinto
Coelho, a quien conocí un día a la salida de la iglesia de Santa María, en
Trujillo, donde tenía su casa. A la entrada numerosas fotografías de grandes
bailaores y bailaoras, sobresaliendo de entre ellos un cuadro naif pintado por la
Chunga, la bailaora de los pies descalzos, y una fotografía en blanco y negro de
José Mercé, ya que trabajó allí.
El Café de Chinitas tiene su origen en la ciudad de
Málaga, en la parte antigua de la ciudad, donde había un local que estaba
pavimentado con chinas (chinitas) y a donde acudían las mujeres de Extremo
Oriente, de ahí su nombre.
La comida es buena. Me encantó el solomillo que lleva el
nombre de la casa. Al punto. Hay que decir que la cocina es buena. Uno piensa
que los platos de de un espectáculo son de trámite y puedo afirmar que eso es
falso en este caso. Me gustó, como digo, el solomillo “Café de Chinitas” con
patatas panaderas y verduritas acompañadas de un buen tinto. Excelente el
postre: Buñuelos de manzana.
Y en cuanto al espectáculo en sí mismo, muy buena
actuación de las bailaoras, destacando el cante de Tony Maya, que a mí se me
parece al actor que nació en mi pueblo, Casimiro Ortas y que le pone mucha
pasión a su labor. Magnífico el cuadro de la casa y extraordinaria la actuación
del joven bailaor Ramón Moro que le puso garra a su actuación.
Los espectadores que me rodeaban, todos extranjeros, estaban asombrados del
duende de los artistas. Café de Chinitas es un tablao flamenco muy
recomendable.
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