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miércoles, 6 de marzo de 2013

El sorprendente Café de Chinitas


            El viajero se ha convertido en turista, casi en un “guiri”, y ha pasado una deliciosa velada en el Café de Chinitas,  en la Calle Torija, número 7, de Madrid, enfrente del Senado.  Es el espectáculo flamenco por excelencia de Madrid. Por allí han pasado algunos reyes, como don Juan Carlos, la Reina doña Sofía o el rey Hassan II de Marruecos, incluso el presidente Clinton, quien siendo mandatario de los Estados Unidos se alojó en el hotel Miguel Ángel y a quien, por motivos de seguridad,  lo metían al edificio por la cocina.

            A la entrada me encuentro con un dibujo-caricatura del maestro Julio Vieira, al que me unía buena amistad durante mi estancia en Mallorca y que me regaló una caricatura que está entre mis objetos personales. El tablao y restaurante fueron decorados por el estilista portugués Duarte Pinto Coelho, a quien conocí un día a la salida de la iglesia de Santa María, en Trujillo, donde tenía su casa. A la entrada numerosas fotografías de grandes bailaores y bailaoras, sobresaliendo de entre ellos un cuadro naif pintado por la Chunga, la bailaora de los pies descalzos, y una fotografía en blanco y negro de José Mercé, ya que trabajó allí.

            El Café de Chinitas tiene su origen en la ciudad de Málaga, en la parte antigua de la ciudad, donde había un local que estaba pavimentado con chinas (chinitas) y a donde acudían las mujeres de Extremo Oriente, de ahí su nombre.

            La comida es buena. Me encantó el solomillo que lleva el nombre de la casa. Al punto. Hay que decir que la cocina es buena. Uno piensa que los platos de de un espectáculo son de trámite y puedo afirmar que eso es falso en este caso. Me gustó, como digo, el solomillo “Café de Chinitas” con patatas panaderas y verduritas acompañadas de un buen tinto. Excelente el postre: Buñuelos de manzana.

            Y en cuanto al espectáculo en sí mismo, muy buena actuación de las bailaoras, destacando el cante de Tony Maya, que a mí se me parece al actor que nació en mi pueblo, Casimiro Ortas y que le pone mucha pasión a su labor. Magnífico el cuadro de la casa y extraordinaria la actuación del joven bailaor Ramón Moro que le puso garra a su actuación.

            Los espectadores que me rodeaban,  todos extranjeros, estaban asombrados del duende de los artistas. Café de Chinitas es un tablao flamenco muy recomendable.

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