La villa la fundó en 1268 Alfonso X
el Sabio. Hoy su población ha crecido
tanto que alcanza los actuales 15.000 habitantes. La Plaza del Ayuntamiento
tiene una preciosa olma (“ulmus minor”)
que está declarada como árbol singular y
protegida, de 125 años y un porte de 21 metros de altura. Bien merece la pena
una visita. Cerquita de allí está la panadería – pastelería “Caballero”, donde
se elaboran un buen pan y exquisitas madalenas, además de unos ricos bollos de
leche.
Y de aquí a ver uno de los atractivos
más singulares del pueblo: El embalse de la Jarosa, mandado construir por
Franco en 1968 y que da a agua a todos los pueblos de la zona-está prohibido
bañarse y la pesca ha de hacerse con licencia y después soltar la presa. Tiene
dos merenderos, que suelen cobrar bastante por sus sencillas comidas. El más sencillo,
Nuestra Señora de Fátima, quizá sea más recomendable porque sus vistas sobre el
lago artificial son espléndidas; se halla cerca de la ermita de Nuestra Señora
de la Jarosa, Para ir otro hay que
andar un poquito hacia el oeste,
rodeando el embalse. Muy cerca de allí, en el valle siguiente, hacia el sur, se halla
la Cruz de los Caídos, tumba del General Franco, en el Valle de Cuelgamuros.
Y tras pasar unas horas en estos
lugares deliciosos, donde la naturaleza llena el alma y sosiega el espíritu,
nos trasladamos a Los Molinos, otro pueblo montañero, simplemente para pasear
por sus calles pegadas al río y disfrutar de un café en la plaza. ¿Hay algo mejor
que un rato en compañía de personas amigas y queridas?
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