11 de junio de 2008.
Este viaje de prensa es asombroso, un día comes al borde de la carretera como un colegial, sentado a la escasa sombra en un área de servicio, a disfrutar de un excelente almuerzo, a la carta, en un restaurante de lujo en la ciudad de Rabat. Hay que decirlo, “chapeau” por “Le Tapis Rouge”, en la Avenida John Kennedy, 155 de la capital marroquí. Bien es verdad que me he adelantado en esta crónica, pues el viajero había pasado la mañana en la capital financiera del país visitando la mezquita de Hassan II.
Conocí al Rey Hassan II en una visita no oficial que hizo a Mallorca, en mis tiempos de reportero intrépido por la isla. Se alojó en el Hotel Valparaíso y a la llegada ofreció a su invitado y hermano Juan Carlos de Borbón leche de camella y dátiles. Probé el ofrecimiento real marroquí tras la comitiva oficial en el vestíbulo de dicho hotel. Curiosamente aquellos días recibí una amistosa regañina por parte del personal de Palacio de Marivent por escribir en un titular: “Juan Carlos I y Hassan II, se entrevistan en Mallorca”. La regañina fue porque no puse en el titulo de la información “don Juan Carlos se entrevistó con Hassan II”; si rey era uno, rey era otro y como me insinuaron que había de haber puesto también don Hassan. Una anécdota más para la historia personal. Y eso sin contar que cuando llego Hassan II al aeropuerto de Mallorca, yo fui recibido con une metralleta en la barriga, por aquello de la seguridad. Menos mal que no pasó nada y desvié, suavemente con la mano, el cañón del arma.
Sin duda alguna esta inmensa y artística mezquita es un elemento identificador de Casablanca y de todo Marruecos al conseguir levantar en el mismo borde del mar y entrando en las aguas, porque como dice El Corán: “El trono de Dios está sobre el agua”. Tiene como elemento distintivo el mas alto minarete del mundo, 200 metros.
Algunos datos a tener en cuenta: Allí trabajaron 2.500 obreros y 10.000 artesanos durante seis años, desde 1987 a 1993. Todos los materiales son del país y en su construcción participaron dos empresas extranjeras. Una francesa y la española Fomento de Construcciones y Contratas. No la conocía, pero sí la había visto desde el aire al sobrevolar una vez en avión desde Marrakech a Madrid.
La segunda visita del día fue a Rabat, donde comimos en ese magnifico restaurante “Le Tapis Rouge” para trasladarnos después al mausoleo de Mohamed V, donde también está enterrado Hassan II y cercano a la torre de Hassan, torre similar en estilo artístico a la Koutubia de Marrakech y a la Giralda de Sevilla. Allá lejos, al este, enfrente de estos monumentos se ve el barrio de Salé, fundado por mis paisanos los moriscos de Hornachos (Badajoz), cuando fueron expulsados de España tras ser derrotados por Felipe III en el siglo XVII.
Este viaje de prensa es asombroso, un día comes al borde de la carretera como un colegial, sentado a la escasa sombra en un área de servicio, a disfrutar de un excelente almuerzo, a la carta, en un restaurante de lujo en la ciudad de Rabat. Hay que decirlo, “chapeau” por “Le Tapis Rouge”, en la Avenida John Kennedy, 155 de la capital marroquí. Bien es verdad que me he adelantado en esta crónica, pues el viajero había pasado la mañana en la capital financiera del país visitando la mezquita de Hassan II.
Conocí al Rey Hassan II en una visita no oficial que hizo a Mallorca, en mis tiempos de reportero intrépido por la isla. Se alojó en el Hotel Valparaíso y a la llegada ofreció a su invitado y hermano Juan Carlos de Borbón leche de camella y dátiles. Probé el ofrecimiento real marroquí tras la comitiva oficial en el vestíbulo de dicho hotel. Curiosamente aquellos días recibí una amistosa regañina por parte del personal de Palacio de Marivent por escribir en un titular: “Juan Carlos I y Hassan II, se entrevistan en Mallorca”. La regañina fue porque no puse en el titulo de la información “don Juan Carlos se entrevistó con Hassan II”; si rey era uno, rey era otro y como me insinuaron que había de haber puesto también don Hassan. Una anécdota más para la historia personal. Y eso sin contar que cuando llego Hassan II al aeropuerto de Mallorca, yo fui recibido con une metralleta en la barriga, por aquello de la seguridad. Menos mal que no pasó nada y desvié, suavemente con la mano, el cañón del arma.
Sin duda alguna esta inmensa y artística mezquita es un elemento identificador de Casablanca y de todo Marruecos al conseguir levantar en el mismo borde del mar y entrando en las aguas, porque como dice El Corán: “El trono de Dios está sobre el agua”. Tiene como elemento distintivo el mas alto minarete del mundo, 200 metros.
Algunos datos a tener en cuenta: Allí trabajaron 2.500 obreros y 10.000 artesanos durante seis años, desde 1987 a 1993. Todos los materiales son del país y en su construcción participaron dos empresas extranjeras. Una francesa y la española Fomento de Construcciones y Contratas. No la conocía, pero sí la había visto desde el aire al sobrevolar una vez en avión desde Marrakech a Madrid.
La segunda visita del día fue a Rabat, donde comimos en ese magnifico restaurante “Le Tapis Rouge” para trasladarnos después al mausoleo de Mohamed V, donde también está enterrado Hassan II y cercano a la torre de Hassan, torre similar en estilo artístico a la Koutubia de Marrakech y a la Giralda de Sevilla. Allá lejos, al este, enfrente de estos monumentos se ve el barrio de Salé, fundado por mis paisanos los moriscos de Hornachos (Badajoz), cuando fueron expulsados de España tras ser derrotados por Felipe III en el siglo XVII.
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