12 de junio 2008.
Fez es Patrimonio de la Humanidad desde el 4 de abril de 1981. Sus razones tiene. Sobre todo, porque se retrocede en el tiempo. Uno diría que vive en la Edad media, o en el siglo XII, fecha de su creación, salvo cuando uno cruza sus estrechas callejuelas una moto. Posee 13.000 callejuelas y el recorrido es de unos siete kilómetros, según me contó el guía Tazi Abdelali. Un grito se oye entre la abigarrada multitud: Balack, balack. Es el grito de un hombre que lleva cargada una mula o un burro, el único medio transporte para pasar a esa singular ciudad marroquí.
La ciudad se fundó en el año 818 por judíos y por ciudadanos procedente de la ciudad santa del Islam, Kairouan, en la actual Túnez. Fue una tierra de acogida, como lo es hoy al albergar anualmente el Encuentro Internacional de Música Sacra de las tres religiones monosteístas. Esta tarde, al ir a cenar a un palacio, hemos podido ver miles de personas en una de las plazas de la ciudad escuchando este tipo de música. Es la continuación de ese encuentro de bereberes, judíos, andaluces e islámicos, que aquí se han sabido encontrar a lo largo de los tiempos.
Durante la mañana vimos una madrasa o escuela islámica; una fabrica de cerámica, que usa el azul de cobalto, nada dañino para los alimentos, o bien visitar las tenerías y los batanes, con tal mal olor, que ofrecieron hierbabuena para mitigar las nauseas. Por último una cooperativa de alfombras. Como siempre intentar vender al turista cualquier cosa para poder sobrevivir.
La cena ha sido en un lugar ideal, una casona de 1915 llamada “La Maison Blue” www.maisonbleue.com, donde hemos probado una selección de platillos salados una pastilla de mariscos, un pollo con perejil y la famosa pastilla, un riquísimo milhojas con crema de leche, todo ello por unos 50 euros. Acompañaba la cena un magnifico conjunto de música culta marroquí.
El viajero se encuentra, ahora y donde hace noche, en el hotel Palacio Jamai, que en el siglo XIX perteneciera al Gran Visir Jamai, sobre la misma medina y que se ve a simple vista desde un mirador sobre la ciudad antigua. Es un lugar ideal para pasar una velada tranquila y acogedora porque entre sus encantos tiene el difundir ese rico olor a azahar que envuelve con su magia embrujadora la noche
Cuenta la historia que fue construido en 1879 que se transformó en hotel en 1930, con sólo 25 habitaciones; ampliado en 1970 y renovado por la compañía francesa Accor Hoteles en 1999. Se trata de una joya de la hotelería mundial.
Con ocasión de este festival de música sagrada, ahora mismo, la 1,35 de la madrugada ya del viernes, 13 de junio, día de San Antonio, sigo escuchando un conjunto musical que me alegra la velada a mí y a 200 invitados más. Simplemente, espero dormir. El hotel ya se ha excusado. www.fesfestival.com
Fez es Patrimonio de la Humanidad desde el 4 de abril de 1981. Sus razones tiene. Sobre todo, porque se retrocede en el tiempo. Uno diría que vive en la Edad media, o en el siglo XII, fecha de su creación, salvo cuando uno cruza sus estrechas callejuelas una moto. Posee 13.000 callejuelas y el recorrido es de unos siete kilómetros, según me contó el guía Tazi Abdelali. Un grito se oye entre la abigarrada multitud: Balack, balack. Es el grito de un hombre que lleva cargada una mula o un burro, el único medio transporte para pasar a esa singular ciudad marroquí.
La ciudad se fundó en el año 818 por judíos y por ciudadanos procedente de la ciudad santa del Islam, Kairouan, en la actual Túnez. Fue una tierra de acogida, como lo es hoy al albergar anualmente el Encuentro Internacional de Música Sacra de las tres religiones monosteístas. Esta tarde, al ir a cenar a un palacio, hemos podido ver miles de personas en una de las plazas de la ciudad escuchando este tipo de música. Es la continuación de ese encuentro de bereberes, judíos, andaluces e islámicos, que aquí se han sabido encontrar a lo largo de los tiempos.
Durante la mañana vimos una madrasa o escuela islámica; una fabrica de cerámica, que usa el azul de cobalto, nada dañino para los alimentos, o bien visitar las tenerías y los batanes, con tal mal olor, que ofrecieron hierbabuena para mitigar las nauseas. Por último una cooperativa de alfombras. Como siempre intentar vender al turista cualquier cosa para poder sobrevivir.
La cena ha sido en un lugar ideal, una casona de 1915 llamada “La Maison Blue” www.maisonbleue.com, donde hemos probado una selección de platillos salados una pastilla de mariscos, un pollo con perejil y la famosa pastilla, un riquísimo milhojas con crema de leche, todo ello por unos 50 euros. Acompañaba la cena un magnifico conjunto de música culta marroquí.
El viajero se encuentra, ahora y donde hace noche, en el hotel Palacio Jamai, que en el siglo XIX perteneciera al Gran Visir Jamai, sobre la misma medina y que se ve a simple vista desde un mirador sobre la ciudad antigua. Es un lugar ideal para pasar una velada tranquila y acogedora porque entre sus encantos tiene el difundir ese rico olor a azahar que envuelve con su magia embrujadora la noche
Cuenta la historia que fue construido en 1879 que se transformó en hotel en 1930, con sólo 25 habitaciones; ampliado en 1970 y renovado por la compañía francesa Accor Hoteles en 1999. Se trata de una joya de la hotelería mundial.
Con ocasión de este festival de música sagrada, ahora mismo, la 1,35 de la madrugada ya del viernes, 13 de junio, día de San Antonio, sigo escuchando un conjunto musical que me alegra la velada a mí y a 200 invitados más. Simplemente, espero dormir. El hotel ya se ha excusado. www.fesfestival.com
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