Santa Catarina es una isla donde se encuentra la ciudad de Florianópolis, la capital del Estado. En un folleto turístico se cuenta que esta ciudad fue fundada por Francisco Dias el 17 de febrero de 1673 con el nombre de Villa de Nuestra Señora del Destierro. El homenaje a la fundación de la ciudad se encuentra en el mismo paseo marítimo enfrente de mi hotel, el Majestic Palace, y lo veo desde mi habitación. Me acerco hasta el monumento, ya que unos jóvenes profesionales de recepción del hotel no supieron decirme qué era a pesar de llevar trabajando más de dos años en el establecimiento. ¡La falta de curiosidad de los jóvenes profesionales!
También frente al hotel se halla el mejor centro comercial de la ciudad, el Beira Mar (Junto al mar, en castellano). Esta ciudad de Florianópolis es muy moderna y encantadora, con grandes avenidas, muy occidentalizada, y con 400.000 habitantes muy trabajadores y activos. En Brasil, al contrario que en España: Trabaja el sur y viven y se divierten los del norte, Ya sesabe, cuanto más cercano al Ecuador, más salsa, más sevillanas, más samba. Cuanto más lejano, más serios, más trabajadores, más para entendernos, más “alemanes”. Creo que lo ideal es una mezcla de los dos: Medio sevillano, medio muniqués; es decir, Mucha salsa, samba o sevillana, pero aderezado con una buena dosis de trabajo.
Pero cuando uno penetra en los 425 kilómetros cuadrados de la isla conoce de veras que está en Brasil. Este día comencé yendo a un restaurante en la barra que une la Laguna de Conceiçao con el mar: Un restaurante playero “2 Irmaos”. Nada sobresaliente, pero útil para comer a la sombra y disfrutar de la brisa marina.
El regreso se hizo para conocer algo sobresaliente: El mirador de Praia Mole, una belleza en el que se muestra todo su esplendor la laguna y allí mismo, la playa de Joaquina, de 17 kilómetros de larga, donde los jóvenes disfrutan haciendo surf. Hay que ver las dunas de esta playa, de finísima arena donde se hace “sandboard”. Si no tiene tabla, se la alquilan al momento unos parroquianos.
La excursión concluyó en un antiguo convento, hoy lugar de retiro espiritual, donde está situado el mirador de las Piedras, desde donde se divisa la playa Matadeiro, lugar donde los pescadores sacrificaban a las ballenas. Hoy prácticamente nadie quiere ir a ese lugar por rememorar algo tan sangriento. http://www.santacatarinaturismo.com.br/
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