Son las pirámides de Gizá y todo el mundo faraónico la
gran atracción turística del Egipto actual. Miles de personas de todas las
naciones se desplazan diariamente hasta allí para observar, ver y hasta tocar
la única de las 7 maravillas de la antigüedad. Hoy todo es un mercado y eso
hace que las pirámides sean el principal atractivo turístico de El Cairo.
Esta gran metrópoli de “·solo” 22 millones de habitantes
es un batiburrillo de gentes que van y vienen y que dejan la basura en cualquier
lugar. Creo que el gobierno municipal y el gobierno del país deberían concienciar
durante años a los egipcios y especialmente
las nuevas generaciones que hay que dejar de tirar basura en las calles
y junto a los principales monumentos., Lo hemos comentado numerosas personas
del congreso internacional de periodistas de turismo. Una critica debe ser
bienvenida por las autoridades del país para seguir avanzando en la educación
ciudadana.
Pues bien, he entrado en esta ocasión dentro de las más
pequeñas de las grandes pirámides. Cinco euros para no ver nada, Entrar en el
interior y poco más. Hay que ofertar algo más atractivo, pero a pesar de todo,
los turistas hacen cola.
La cosa no ha cambiado mucho en las costumbres egipcias a
pesar e haber cambiado totalmente el régimen y haber quemado la casa de
Gobierno de Hosni Mubarak. Las costumbres siguen siendo las mismas. Sin duda
alguna, como todo pueblo, el egipcio tiene sus virtudes; para mí, las más interesantes
y atractivas son su simpatía, y apertura al viajero y a todos los que los
visitan.
Por la tarde, con dos horas de retraso, salida hacia
Alejandría, la segunda ciudad del país con 8 millones de habitantes. Preciosa
la cornisa mediterránea, al atardecer, donde los alejandrinos se bañan el último
día de septiembre y las mujeres se meten en el agua completamente vestidas.
Por la noche llegamos al precioso hotel Helnan Palestine,
situado al este de la ciudad. Tras una visita rápida a un centro comercial, similar
a cualquiera de los occidentales, sin ningún interés, salvo para alguna mujer a
la que se le ofrecería ropa picante para ponérsela para estar más guapas para
sus maridos, el resto eran firmas internacionales.
La cena de bienvenida fue en el hotel Sheraton, donde un
magnífico bufet nos fue ofrecido junto a una gran velada musical. Tras las
horas de espera, mereció la pena tan agradable noche, con canciones de la década prodigiosa. Vamos, para
carrozones como yo.
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